Universitarios de primer año: la mitad mantiene malos hábitos de estudio del colegio

 
La transición de la educación media a la universidad supone muchos cambios, como mayor independencia y autonomía. Sin embargo, en la práctica, muchos universitarios de primer año mantienen gran parte de las dinámicas escolares.

La mayoría llegó de la mano de sus padres al momento de la matrícula e, incluso, a algunos los fueron a dejar el primer día de clases. Además, en lo académico, aún mantienen las estrategias de estudio del colegio y no tienen planificado cómo abordarán esta nueva etapa.

Estas son algunas de las conclusiones de una encuesta realizada entre universitarios de primer año por el Centro de Estudios de Opinión Ciudadana de la Universidad de Talca y La Tercera. El estudio se realizó entre 400 estudiantes de planteles tradicionales y privados.

Cuando son consultados por el ritmo de estudio que esperan llevar en la universidad, sólo el 31% señala que pretende estudiar más de una hora diaria. El resto lo hará por menos de ese tiempo (30%) y la mayoría no lo había planificado al momento de la encuesta (38%). "Es la visión del llamado quinto año medio, pues los alumnos tienden a ocupar las mismas estrategias del colegio, como estudiar o hacer un trabajo de un día para otro", dice María de los Angeles Quense, sicóloga de la Vicerrectoría Académica de la Universidad Andrés Bello.

Asimismo, gran parte de los encuestados piensa recurrir a los métodos de estudio que usaba en la educación media: el 62% dice que hará resúmenes con sus propias palabras y el 46% recurrirá a la memorización. Estrategias más elaboradas, como los mapas conceptuales, serán usadas por el 31%.

"La memorización es el primer nivel de exigencia cognitiva y los resúmenes son útiles sólo cuando los estudiantes saben tomar apuntes", dice Hugo Mallea, académico de la Unidad de Formación Fundamental de la U. de Talca, entidad encargada de capacitar a los mechones en hábitos de estudio.

Rol de apoderados

El 63% de los encuestados ingresó a la universidad recién terminado el colegio: el 20% se dedicó a hacer preuniversitario el año pasado e, incluso, el 8% estudió otra carrera universitaria.

Por eso, llama la atención que la mayoría mantenga los hábitos de su etapa escolar, incluso en aspectos clave en este nuevo período de autonomía, como la asistencia. El 48% de los jóvenes declaró haber faltado a clases al momento de la encuesta y cuando había pasado recién un mes desde que ingresaron a la universidad. Aunque gran parte de ellos faltó menos del 10% de las veces.

Además, siete de cada 10 estudiantes declararon que sus padres los acompañaron a la universidad, la mayoría para hacer trámites de matrículas. El 14% de los padres concurrió para asistir a una charla de bienvenida, conocer las instalaciones o a los profesores. Sin embargo, esta cifra aumenta entre los alumnos de menores puntajes: al 66% de los estudiantes que obtuvieron menos de 635 puntos en la PSU los fueron a dejar sus padres el primer día de clases. Entre los alumnos de mejor rendimiento (de más de 707 puntos en la PSU), el 33% de los padres fue a conocer a los profesores."La transición entre universidad y colegio es muy brusca, incluso para los padres quienes, como ven a sus hijos inmaduros, siguen actuando como apoderados", dice Quense.

Sin embargo, la encuesta refleja que muchos universitarios, incluso, pretenden prolongar esa dependencia de la familia por varios años más después de egresar. Sólo el 41% piensa salir inmediatamente al mundo del trabajo. El 33% piensa hacer un posgrado en Chile o en el extranjero. E, incluso, otro 5% piensa estudiar otra carrera de pregrado.

"La dependencia de sus padres les permite y aprueba seguir estudiando, lo que se mezcla con un mercado competitivo, que les exige perfeccionarse", declara María José Anais, docente de la Universidad Católica y jefa del Centro de Apoyo al Rendimiento Académico y Exploración Vocacional (Cara).

Más prácticos

Sin embargo, lo que parece estar cambiando son las consideraciones al momento de escoger carrera, también producto del mercado cada vez más competitivo: si bien la gran mayoría se inclina por su vocación (77%), el campo laboral de la carrera es casi tan importante (73%), así como su rentabilidad (44,6%).

"La vocación es una variable importante, porque sin ella no hay motivación. Pero los jóvenes de ahora son más estratégicos y tienen más información. Así, saben que si la carrera que les gusta no es rentable pueden desarrollarla como hobby", agrega la experta.

Este enfoque práctico también les permite escoger la universidad según su prestigio, pero también, de manera importante y creciente, según el puntaje que lograron en la PSU: el 42,6% escogió el plantel de acuerdo con ese parámetro.

Así, la mitad de los entrevistados estudia en la universidad y la carrera de su preferencia. El 34% estudia la carrera de sus sueños, pero no en la universidad que quería. Este número sube entre los estudiantes de menor rendimiento y de planteles privados: seis de cada 10 alumnos con menos de 593 puntos en la PSU no estudian en la universidad de su agrado. Entre los planteles privados, el 53% de los jóvenes no estudia donde quería.