Aprender de la esperanza


24 de los 33 mineros son de Copiapó, por tanto en prácticamente todos los colegios de la ciudad, hay alguien que tiene relación de parentesco con ellos, ya sea primo, nieto, sobrino. En virtud de ello, la municipalidad decidió suspender las clases en la comuna para ayudar a que las familias pudieran seguir el rescate con la mayor tranquilidad posible. No obstante, según lo confirma el director de Educación de la municipalidad, Raúl Ortiz, las clases serán recuperadas antes del 15 de noviembre, durante un sábado. "Decir minero (acota), para nuestros niños es como decir mamá o papá, porque siempre alguien de la familia trabaja en la minería. El idioma minero es de manejo diario, los niños saben lo que significa, saben qué es el cobre y cómo los afecta cotidianamente. Ellos saben asimismo que cuando el cobre está bueno su papá gana más y cuando no, las cosas se ponen malas".


Las personas interactúan unas con otras sin saberlo, y muchas veces, episodios individuales, se convierten en fuente de inspiración para muchos, a tal punto que son capaces de provocar verdaderos cambios de vida. Y así,  los 33 mineros atrapados en la mina San José, sin proponérselo, cambiaron la vida de un profesor de San Felipe.

Raúl Valencia, docente de educación física egresado de la Universidad de Viña del Mar, dejó todo atrás y emprendió a dedo un viaje de más de 700 kilómetros, apenas supo la noticia de que los trabajadores estaban vivos, y levantó su carpa junto a la mina, con la intención de acoger a los niños que deambulaban por el improvisado campamento.

 "Fue súper personal (cuenta), yo no estaba pasando por un buen momento, sentía que mis  problemas eran muy grandes, que no tenían salida, sin embargo la lección que nos dieron los mineros al pasar 17 de días de aguante a puro corazón, para mí significó mucho y me abrió los ojos a muchas cosas; por eso quise venir a apoyarlos a ellos, ayudando a que los niños tuvieran un momento de paz para estar entre los adultos y por eso decidí venir aquí a hacer lo que yo sabía hacer".

En un comienzo su intención era simplemente entretener a los niños: "con la efervescencia inicial, en la primera semana el campamento estaba lleno de niños. Luego los niños se fueron y pensé que mi misión estaba cumplida, pero resultó que quedaron 5 niños y cuando les pregunté por qué no se iban, me dijeron que eran de La Serena, de Iquique, y de Puerto Varas".

- ¿Entonces surgió la idea de hacerles clases?
- Le pedí autorización a las familias y les propuse un arreglo informal con los colegios para pasarles los contenidos, de modo que yo pudiera orientarlos acá y que los colegios después los evaluaran.

- ¿Y los niños tenían niveles diferentes?
- Sí, yo soy profesor de educación física, por tanto para apoyar a los niños en las demás áreas pedí a los colegios información clara, guías de trabajo, ese tipo de materiales, y yo supervisaba que lo fueran cumpliendo, los orientaba.

Las emociones fuertes eran pan de cada día para Raúl, y las sentía cada vez que los niños lo buscaban. "Siempre querían que inventara algo para entretenerse (prosigue), al principio, el único juego que tenían era subir el cerro y agarrarse a piedrazos. Yo les traje una pelota y con eso empezamos, luego un particular me trajo algunos materiales y pude organizar actividades más programadas, más dirigidas, para aplicar un poco lo que estudié. Me conseguí cuerdas, aros, conos, y armamos juegos didácticos, más allá de jugar por jugar".

- ¿No había problemas de disciplina entre tanto estímulo emocional?
- Al principio, pero más bien los problemas eran los fines de semana cuando venían niñitos que no eran del campamento, y se desordenaban un poco.

Por ahora le queda trabajo en el campamento, su tarea se vuelve más difícil de momento debido a la invasión de periodistas de todas partes del mundo que asedian a los mineros y sus familiares. Pero ya se acerca la hora de regresar a casa. La vida de Raúl Valencia, en todo caso, nunca será la misma después de esta experiencia: "uno a veces se ahoga en un vaso de agua y no ve las cosas que de verdad importan; eso me pasó a mí y venir acá fue mi manera de retribuirles a los mineros por el aguante que tuvieron con pura fe y esperanza, que al final es el significado de todo esto", termina.

- ¿Cuáles son tus planes, ahora que está terminando esta etapa?
- Volver a San Felipe a arreglar mis problemas. Encontrar un trabajo y enmendar algunos errores que cometí, tengo una hija con la que reencontrarme y toda una vida que retomar.