Ingreso a la Universidad o el comienzo de la pesadilla


La oferta es tan variada como la demanda de los jóvenes de educación, pero el mercado educacional al carecer de control está formando más profesionales en algunos campos de los que es posible emplear. De este modo, se tiene ilustres desempleados egresados de Periodismo, Sicología, Derecho, Educación Parvularia o Ingeniería Comercial. Si bien, es bueno para el país aumentar su nivel de profesionales universitarios, no deja de ser preocupante, cuales son las áreas del conocimiento que ya están cubiertas o aquellas que ya no generan empleos o van en vías de obsolescencia. Una buena perspectiva profesional está dada en parte, en carreras que permitan la especialización, la investigación, en definitiva, aportar al crecimiento del país desde el área del conocimiento que representa.

En este aspecto, creo que la educación superior está desarrollando con lentitud o no está trabajando en diseñar mallas curriculares de nuevas carreras que atiendan la necesidad en mediano plazo de nuestro país, a días de su ingreso a la OCDE, seguimos formando como país los mismos profesionales que hace medio siglo. ¿Cómo se trabaja en el desafío “Chile, potencia alimentaria”? ¿Cómo se avanza con una inversión del 0,8% del PIB en Investigación y Desarrollo? ¿Cómo lograr equilibrio entre productividad y sustentabilidad? ¿Tiene el país profesionales a la altura de su realidad social y económica? ¿Ha logrado el país el trabajo entre las distintas disciplinas a fin de fortalecer la investigación y hacerla contingente con los desafíos de nuestros tiempos?

Mientras tanto, el escenario de la educación superior está dividido entre los padres que están dispuestos a grandes esfuerzos por lograr que sus hijos obtengan su “cartón”, los empresarios que también están dispuestos a todo por lucrar con este sueño, y los jóvenes ilusionados que a medio andar se dan cuenta que su sueño se está transformando en pesadilla.

En este aspecto, el aporte de las Universidades que cierran sus sedes en comunas pequeñas, donde la apuesta ha sido importante por el significado que tiene para las familias que la casa de estudios quede cerca de sus localidades, casos como la sede Rengo en la Región de O´higgins de la Universidad de Valparaíso con un fallido proyecto con aportes estatales, que cerró el 2008 luego de haber iniciado clases en sedes provisorias con más de 200 alumnos, quienes no pudieron concluir sus estudios.

En Antofagasta, la sede de la Universidad Central, anunció el cierre de admisiones para el período 2010, mientras que en la Serena, la misma universidad disminuye arbitrariamente las horas pedagógicas en la carrera de derecho, “por razones económicas”.

En Linares, a fines de 2008 se anunció el cierre de la Universidad Pedro de Valdivia, de corta presencia en la zona, después de otro “abandono”, esta vez por parte de la desaparecida Universidad La República. Nuevamente 200 alumnos al amparo o más bien desamparo de los vaivenes del mercado. Como si fueran elementos inertes, las autoridades anuncian que “pueden terminar sus carreras en sedes como Chillán o Talca”.

Recientemente, la Universidad ARCIS, ha anunciado el cierre progresivo de sus sedes de Valparaíso y Concepción. Nuevamente jóvenes y sus familias afectados en sus proyectos y sueños personales que los dejan desesperanzados y con la sensación de haber sido “estafados” en un servicio que no recibieron, por el cual pagaron, se endeudaron y comprometieron.

Hay más ejemplos, recientes y de antigua data. Estas “erráticas” medidas, afectan a estudiantes y sus familias en un estado de libre mercado, donde no hay estudiantes que deban formarse académicamente, sino clientes que pagan y son mal atendidos, los profesores son contratados con sueldos bajos, por horas, obligados a aprobar a un mínimo de "clientes" para sustentar el "negocio". El caso es que este modelo pone a la educación superior como mercancia transada por empresarios inescrupulosos que lucran aprovechando la debilidad de las leyes y los sueños de modestas familias. Atrás han quedado los tiempos de la Universidad comprometida con la cultura y el desarrollo del país, la contribución a la formación de pensadores en libertad de espíritu. Hoy son solo un negocio más, y muchas veces, en manos de quienes ni siquiera saben de administración.