Pobre pensamiento crítico en ingresantes a la UNL

El trabajo -apoyado sobre una base científica y metodológica- arrojó conclusiones reveladoras: los encuestados mostraron deficiencias en operaciones intelectuales explicativo-relacionales; dificultades para reflexionar, contextualizar y generalizar. Los propios ingresantes admitieron tener dificultades para estudiar -un 50% de la muestra responsabilizó por ello a la escuela secundaria-, entre otras.

“Desarrollo del pensamiento reflexivo y crítico para la interpretación de la realidad sociohistórica contemporánea en ingresantes a la UNL. Construcciones y representaciones”, fue el título de esta investigación (CAI+D) que comenzó en 2007 y cuyas conclusiones son presentadas este año. Se encuestó al 10% del total de ingresantes de entre 17 y 19 años -cerca de 600- de todas las carreras de esa facultad, durante la instancia de los cursos de articulación disciplinar. El objetivo, entonces, fue evaluar cómo piensan crítica y reflexivamente, con qué repertorio de saberes y capacidades de estudio ingresan al sistema de educación superior.

Metodología y fundamentos

La técnica de recolección de datos consistió en mostrar a los integrantes de la muestra una serie de dibujos -y algunos otros materiales artísticos, como poesías- que representaban distintas categorías con anclaje sociohistórico, tales como la globalización, la mundialización, el trabajo y la flexibilización laboral, la pobreza, etc.

Sobre estas conceptualizaciones genéricas, se requirió a los ingresantes que interpretaran y reflexionaran, que produjeran sentidos y construyeran representaciones. Estas operaciones ponían en juego desempeños de comprensión, con consignas amplias que requerían las capacidades de relacionar, fundamentar, evaluar puntos de vista y explicar problemas. “Quisimos ver, desde una mirada científica, qué pasaba realmente con las competencias interpretativas de los chicos”, explicó a El Litoral la Prof. Esther Susana Pavetto, directora del proyecto.

Conclusiones

“Pudimos observar que entre los ingresantes hay un predominio del pensamiento descriptivo por sobre el explicativo. Los chicos tendieron simplemente más a contar lo que veían en los materiales gráficos, que a interpretar y explicar el sentido subyacente que guardaban éstos. Como agravante, no se evidenció un desarrollo de pensamiento relacional, que lleva a pensar en contexto un determinado evento. Se quedaban en lo acontecimental, y en lo unidimensional”, ampliaron Carlos Marcelo Andelique y Mariela Coudannes Aguirre, docentes integrantes del equipo de investigación.

Capacidades tales como explicar, sintetizar, relacionar, interpretar, poner en contexto, generalizar, “son operatorias de pensamiento que no están muy desarrolladas. Aunque ellos (los ingresantes) pudieron sin problemas reconocer e identificar problemas sociohistóricos, ingresan a la universidad con un pensamiento crítico poco desarrollado”, explicaron.

Además, se notó que los chicos se guían mucho por las expresiones vulgares que nacen de preconceptos socioculturales, sobre los cuales construyen análisis intuitivos, fragmentarios, parciales de la realidad. “Todo este “sentido común’ que circula, tiende a ser naturalizado por los chicos -aunque no siempre sean percepciones correctas-, porque está instalado socialmente. El pensamiento crítico ayuda a romper con estos preconceptos, pero éste está desarrollado en un nivel muy bajo”, añadió Pavetto.

Multiplicidad de causas

Hay una multiplicidad de factores que desemboca en la problemática educativa abordada en la investigación, y que excede la responsabilidad que podría imputársele al docente y su función de educador. “Consideremos, por ejemplo, que tras las reformas de los ‘90, la presencia de las Ciencias Sociales en la secundaria es escasa. Hay pocas horas asignadas para Historia o Geografía”.

Otro factor de incidencia: las condiciones laborales de los docentes de la secundaria, “muchos de los cuales tienen 44 horas semanales en tres o cuatro escuelas, más lo que trabajan en sus casas. Así no se puede llevar a cabo un proceso transformativo serio”, opinaron los autores de la investigación.

“Los cursos de articulación intentaron acortar esa brecha entre niveles, pero la universidad no debe desentenderse de esta problemática. Hay que considerar y atender una multiplicidad de factores que complejizan la problemática”, concluyeron.