Recordar a un maestro se parece a salvarlo


Experiencia

Una junta de altos mandos burocráticos se reúne para conocer el ‘ilusionismo’ de Myron Aub, un técnico de bajo grado que ha descubierto el algoritmo desconocido de elementales operaciones matemáticas, con la ayuda de su memoria y de un extraño proceso al que llama grafítica, que consiste en escribir (cosa impensable e imposible en esa época) el proceso de una multiplicación de dos cifras y nadie lo puede creer.

Tras varias pruebas de multiplicación a las que someten a Aub, los directivos comprueban las respuestas en sus computadoras de bolsillo y les parece asombroso.

La explicación del técnico es simple: sencillamente lo recuerdo. Así, hemos llegado al punto central de nuestra reflexión, que tiene que ver con la forma de hacer nuestro trabajo, y desde luego, con la manera en que nos recuerdan nuestros estudiantes, si es que lo hacen.

Pregunta

Pensemos. ¿Cuántos nombres de quienes fueron nuestros maestros y maestras somos capaces de recordar ahora?

Desde primero hasta séptimo, por cada año tuvimos una maestra o maestro de aula, uno de inglés, educación física, dibujo, mientras que en el colegio conocimos maestros de lenguaje, matemática, ciencias naturales, ciencias sociales, dibujo, computación, entre otros.

Si sumamos la cantidad de maestros con quienes convivimos esos 12 años de formación, fácilmente nos acercamos a los 70. La cifra puede variar de acuerdo con  las condiciones específicas de cada plantel. En todo caso supongamos que tuvimos doce maestros, ¿cuál es el nombre de ellos?

Con seguridad, entre  todas las profesiones, los maestros somos quienes más personas conocemos, y frente a esta reflexión se cumpliría lo que dice Juarroz en uno de sus poemas:
 
“Pienso que en este momento tal vez nadie/ en el universo piensa en mí”, por eso la conclusión es obvia, hacer de nuestras horas de clase algo memorable, dejar una huella para que nos recuerden pues, en definitiva, también son ciertos los versos finales del poema anterior: “pensar en un hombre/ se parece a salvarlo”.

Por lo tanto,  la docencia es mucho más que ejercer una profesión u oficio. El maestro es un  formador de humanidad, aquel que cree en los  seres humanos y en sus posibilidades.