Las primeras alarmas son la desgana y la falta de sueño

—¿Cómo detectar que nuestro hijo está sufriendo acoso?
—Es una conducta muy común que los niños, víctimas de acoso escolar, no hablen de ello con sus padres ni con sus profesores, ya sea por miedo a las represalias o sencillamente porque les da vergüenza. Sin embargo, hay una serie de síntomas muy característicos, que van desde la desgana a asistir al colegio, la falta de sueño o de atención hasta las marcas físicas en alguna parte del cuerpo.

—Si no se detecta a tiempo ¿cómo derivan estas situaciones en la salud de las víctimas?
—Pueden generarse problemas psicológicos, especialmente depresiones, cuadros de ansiedad generalizada y, en los casos más graves, algo parecido al trastorno de estrés postraumático. Y, aunque afortunadamente no es lo más común, los niños y niñas sometidos al acoso escolar pueden incluso llegar al suicidio, como hemos tenido ocasión de comprobar en los medios de comunicación.
—¿Cómo se sienten estos niños?
—Hay que distinguir entre los diferentes tipos de víctimas. No es lo mismo un niño al que por una u otra razón uno o varios compañeros le someten a malos tratos, acoso escolar o «bullying», que lo que se conoce como la víctima propiciatoria, es decir, un niño que goza de poca simpatía por parte de la mayoría de su grupo, sea por la razón que sea, y que da con uno o varios agresores. En el primer caso, es probable que ese acoso sea algo esporádico y no tiene por qué dejar ningún tipo de secuela, salvo que se prolongue demasiado, y entonces se pueda llegar a sentir realmente mal. En el caso de las víctimas propiciatorias, en cambio, al tratarse de niños ya de por sí especiales, lo normal es que lo vivan desde una perspectiva diferente, sintiéndose mal en todo momento.
—Aparte de la denuncia que interponga la familia y de la actuación del centro educativo ¿cómo pueden ayudar los padres a su hijo acosado?
—Es importante saber la razón por la que el niño ha sido o está siendo sometido a ese acoso, porque, en ocasiones, la propia familia puede ser de manera directa o indirecta la causante, en especial si hablamos de ese tipo de víctima que hemos llamado propiciatoria. En los demás casos, la familia debe saber el alcance real de ese acoso y reafirmar a su hijo mediante actitudes positivas y, en el caso de que sea precisa la intervención de un psicólogo, llevarle cuanto antes.