Colegios buscan enfrentar estrés de fin de año con menos pruebas y más actividades al aire libre


Los padres notan que sus hijos están más remolones y lo mismo los profesores: en los establecimientos se les ve llegar con cara de sueño y tener más dificultades para concentrarse. Incluso, los propios maestros sienten los efectos del fin de año. "Los docentes también están un poco más irritables", confiesa Ruth Percival, directora del Redland.

El problema es que el cansancio puede constituir un círculo vicioso que genera estrés e incluso puede derivar en depresión. "En esta época del año los niños tienen más distracciones, pero además, el cansancio acumulado hace que aunque estudien la misma cantidad de horas, retengan menos", señala la doctora Julia Santín, de la Clínica del Sueño de la UC.

Una situación que algunos establecimientos escolares ya tienen analizada y por eso han decidido enfrentar con  medidas especiales.

Uno de ellos es el Redland de Las Condes. A partir de este año, el establecimiento propuso un cambio en el calendario como una forma de llegar a diciembre con fuerzas. Hasta 2007 tenían dos semanas de vacaciones en mayo y dos en septiembre, pero las  evaluaciones más pesadas se tomaban justo al regreso del descanso de septiembre.

Este año el grueso de las pruebas individuales y del currículo se dejaron para los dos primeros trimestres. Para el último tercio del año  quedaron las evaluaciones en grupo y de lo que se realiza en clases. "En años anteriores, teníamos cuatro o cinco casos de niños que pedían terminar antes su ciclo, porque se les diagnosticaba estrés o depresión. Hoy sólo tenemos un caso", dice Ruth Percival, directora del Redland.

Otro colegio que ha redistribuido sus vacaciones es el Craighouse, de manera de tener dos semanas en septiembre. "Los niños tienen la posibilidad de cortar el año y no sentir la carga al final", dice Mimi Bick, directora académica del establecimiento.

También están los establecimientos que optan por pasar la mayor cantidad de la materia en la primera mitad. En el Instituto O'Higgins, por ejemplo, reconocen que el 80% de los contenidos se aborda durante los dos primeros trimestres y en el Cumbres, en la primera mitad del año se pasa entre el 60% y 65% de la materia, mientras que en la segunda mitad optan por profundizar contenidos.

Además, este último establecimiento incorporó estrategias más lúdicas y dinámicas para mantener la atención en las salas de clases: cuentacuentos para los más chicos y clases con power point o pizarras interactivas para los más grandes.

MUCHO DEPORTE
Está demostrado que cuando los niños sólo están sometidos a actividades de tipo intelectual y no practican deportes, hay un mayor consumo de glucosa, lo que genera sensación de agotamiento, dolor de cabeza y una disminución de la concentración.

Conscientes de ello o no, el hecho es que la mayoría de los establecimientos opta por desarrollar en el último período del año la mayor cantidad de actividades extraprogramáticas y al aire libre, como una manera de aprovechar el buen tiempo y de aliviar tensiones en sus alumnos. Y de paso mejorar su rendimiento escolar.

En el Trewhela's, por ejemplo, abren la piscina y alientan a los niños a practicar natación, como una "forma de recuperar el ánimo para terminar lo que queda de año", dice el subdirector, Nelson Silva. Mientras que en el Cumbres les organizan los recreos con campeonatos de básquetbol, de futbolito o programas en la biblioteca, para que los alumnos vuelvan más dispuestos a las aulas.

En el Pumahue se incluyen, además del deporte, la celebración de la semana del colegio y excursiones. Y en el Instituto O'Higgins se organizan en esta época los Juegos Maristas.