La educación y la familia


Porque la investigación abarcó las áreas de lengua, matemática y ciencias y demostró que el problema no pasa sólo por la exigencia de establecer los niveles básico y medio como prioridad sino por la falta de incentivos en el chico para la comprensión en la lectura de textos y en los conceptos muy bajos que mantienen en las áreas de matemática y ciencias.

La investigación fue realizada por el Laboratorio Latinoamericano de Evaluación de la Calidad de la Educación y alcanzó a 200 mil estudiantes de 15 países, en alumnos de tercer y sexto grados de la escuela primaria o sus equivalentes en cada país.

El trabajo señala que 64 por ciento de los niños argentinos que cursan tercer grado tienen un nivel bajo o intermedio bajo en matemática e intermedio bajo en lengua, y sólo un por ciento alcanzó el “alto” en matemática. Los porcentajes no variaron demasiado entre los chicos de sexto grado.

Sin embargo, en el área de ciencias, entre los estudiantes de sexto grado, el 89 por ciento estuvo englobado en el nivel bajo e intermedio bajo y se demostró que sólo 1,17 por ciento maneja conceptos científicos que requieren un alto grado de abstracción.

Las autoridades educativas nacionales se hicieron eco de esos resultados y el propio ministro salió a señalar que era consciente de la situación y que no está contento con los resultados académicos que se han obtenido en su área. “Estamos trabajando intensamente para mejorar”, señaló, destacando entonces que “lo que tenemos que lograr ahora es que los chicos aprendan”.

En ese marco, el funcionario nacional hizo alusión al Plan Lectura, que lanzó su cartera ministerial; a la declaración de 2008 como “Año de las ciencias” y a los numerosos programas que está desarrollando en diferentes áreas de la educación.

Si nos atenemos a los hechos, la Argentina se encuentra dentro de la media, tomando el resto de los países de América Latina. Supera a República Dominicana, Perú, Panamá y Paraguay, que tienen muy bajos niveles, pero muy lejos de Cuba, situada a la cabeza de todas las mediciones, con más de 50 por ciento de sus estudiantes alcanzando el límite de excelencia en las tres materias abordadas.

Más allá de las manifestaciones del ministro de Educación, los docentes suelen destacar que es la familia la que debe contribuir a una mejor educación de sus chicos, haciendo hincapié en que muchos padres permiten que sus hijos solucionen gran parte de los problemas que plantea la escuela a través de Internet, lo que les provoca luego problemas en la comprensión de textos.

Además, destacan que en el área de lengua el problema se les multiplica a los docentes porque los alumnos suelen utilizar, en la escritura escolar, las abreviaciones que aplican en los mensajes de texto que envían a través del celular. “Suelen confundir la K con la Q y utilizan la K en lugar de la C”, explicaba una docente.

De todos modos, no se trata de un problema que haya “nacido” con los celulares y se indica en este caso que los inconvenientes surgieron con la utilización del chat.

Tampoco es un tema que afecte sólo a América Latina, ya que en Francia, desde hace más de dos años, está en estudio por parte de las autoridades educativas la forma de solucionar esos inconvenientes que enfrentan los chicos con la modificación del idioma por el chat o el mensaje de texto.

El tema, grave porque está en juego el futuro de los chicos que están cursando actualmente sus primeros pasos en la educación, deberá ser abordado en forma conjunta, tanto por el Estado, a través de la escuela, como por la propia familia.

Los padres deberán comprender que en la formación del niño lo primordial es la familia y que el colegio contribuye a la instrucción.

Además, si bien es cierto que los niños no pueden quedar al margen de la tecnología moderna, como es la computadora, tampoco ésta puede convertirse en el centro de su vida.

Debe advertirse que los propios investigadores aseguran que la generación de un ambiente familiar de respeto, acogedor y positivo, es una de las claves para promover el aprendizaje.