Definiciones en la educación


Que no sea una reforma tibia ni maquillada y peor un retroceso en lugar de un avance. No hay que olvidar que aún existe el control de  quienes forman parte del inventario de crisis y del bloqueo durante las últimas décadas, que se han opuesto permanentemente a estos procesos, que tienen virtualmente estancadas a las instituciones y ahora son aliados del Gobierno.

Esto incluso se ha extendido a mantener controlado el proceso de reformas en sectores básicos como la seguridad social y el pésimo servicio de la burocracia precisamente cuando líderes de estos sectores son protagonistas del “cambio” en Montecristi. Ahora está por verse si los asambleístas  se atreven a estas reformas urgentes y necesarias, que incluyan el cambio universitario, que han sido reivindicadas por Senplades y el Jefe de Estado.

Dentro de cualquier modelo de desarrollo la educación superior cumple un papel fundamental, pero en el Ecuador persiste la preocupación porque reciben subsidios del Estado (más de USD 400 millones al año) y no existe una total rendición de cuentas. Tampoco se responde a los desafíos de las nuevas necesidades de una sociedad y al contrario se sigue con el lanzamiento de profesionales para el cargo público, en sectores totalmente saturados, y que terminan en el desempleo, subutilizados en otras tareas laborales o tienen que fugarse al exterior como emigrantes.

La crisis universitaria subsiste y forma parte del anquilosamiento institucional, que necesita un remozamiento urgente para contribuir a la generación de la confianza. Es indiscutible que unos centros de estudios superiores sí han dado su aporte al desarrollo del país, contribuyen con la investigación científica, pero existe gran parte del sistema que funciona con un sentido mercantilista y de explotación económica frente a la demanda de títulos profesionales y de cuarto nivel.

De las 72 universidades existentes, una está temporalmente suspendida por el Conesup y con el pedido a la Constituyente de derogatoria de la ley que la creara.

Si se habla de un nuevo modelo de desarrollo, la universidad tiene que estar en primera línea, como centro del pensamiento y del debate de los grandes problemas nacionales, con una respuesta clara frente a la reforma política en la Asamblea y la incidencia de la desgastada y mal entendida autonomía y el cogobierno.

La Constituyente tiene que ser clara y resolver si vamos o no a esta reforma educativa integral, entre ella la universitaria, o simplemente se allana al estatus quo y a los grupos que ya advirtieron con bronca si se atreven a tocar la autonomía y el cogobierno. El desafío está planteado; los actores del cambio tienen la palabra para concretar los hechos y no justificar las inacciones.