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Aumenta la tendencia de los colegios de realizar pruebas a sus alumnos en kínder

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Por Eduardo Cabrera, Santiago

Con lápiz en mano, un grupo de 16 niños se prepara a contestar las 20 preguntas de una prueba que mide los contenidos de los subsectores de lenguaje y matemáticas. Para responderla, tienen 30 minutos. Los alumnos son de kínder. El colegio: Saint Dominic, de Viña del Mar. "Nos interesa medir los aprendizajes, porque sólo así podemos saber no tan sólo en qué fallan los niños, sino también las educadoras", señala Marcela Salinas, coordinadora del ciclo inicial del establecimiento.

La prueba, que se entrega en un cuadernillo, tipo Simce, se realiza cada mes a los preescolares para medir, entre otras cosas, la motricidad fina y gruesa, la percepción visual y si saben las secuencias numéricas. "Si los vemos cansados, paramos un rato y luego seguimos", aclara Salinas. Los resultados son enviados a sus padres con los porcentajes de avance. Con ello se pretende que los papás refuercen las áreas débiles en casa.

Pero el caso del Saint Dominic no es aislado. Es una tendencia creciente. Otros colegios que aplican pruebas en kínder son la red de colegios SIP, los particulares subvencionados San Joaquín de Renca, San José de Lampa, Nuestra Señora de Andaco- llo de Santiago y La Salle de La Reina. Y la cadena de particulares pagados Manquecura y Pumahue. Incluso, algunos llegan a aplicar notas del 1 a 7. El fenómeno también se repite en jardines.

"Realizar una prueba no es lo recomendado, porque, además de generar estrés en el niño, no se ajusta a su característica de desarrollo maduracional. Es decir, para ellos es una situación irreal", señala Jocelyn Uribe, doctora en investigación psicopedagógica de la Universidad Central. Son varias las investigaciones que han demostrado que a la edad de cuatro o cinco años los niños comprenden la realidad y se preparan para el futuro a través de los juegos, porque éstos les parecen cercanos y reales. No captan el sentido de una prueba abstracta, dicen los expertos.

"Las pruebas deben ajustarse a las características de desarrollo maduracional del niño y deben acercarse lo más posible a lo que viva el niño, en general a través de juegos", dice Uribe.

En la red de colegios de la Sociedad de Instrucción Primaria (SIP), dos veces por año aplican una prueba de nivel para medir los aprendizajes de todos sus alumnos, incluidos los del kínder. "En la SIP evaluamos todo, la gente está acostumbrada. Es súper necesaria la evaluación para todos los niveles", señala Carolina Cortés, directora de prebásica de la red SIP.

La prueba es tomada por una empresa externa. Con la evaluación, el colegio obtiene información acerca de los logros obtenidos en cada una de las áreas. "Podemos tomar remediales en las áreas donde se encuentren débiles los alumnos, como actividades complementarias", añade Cortés.

Dictados y disertaciones

En los colegios particulares Manquecura y Pumahue hay cada mes dictados de palabras. "No es obligación que aprendan a leer, pero todos terminan motivándose", señala la rectora del Pumahue de Chicureo.

En el colegio Nuestra Señora de Andacollo, de Santiago, incluso les ponen notas de 1 al 7 a las disertaciones y dictados de los preescolares, según los padres. También les hacen pruebas de comprensión lectora cada dos meses, donde los alumnos deben responder cerca de 10 preguntas acerca de un cuento que se les da para que les "lean" en casa. "Las tías les leen las preguntas y ellos responden las alternativas. Mi hija se queja de que no la dejan jugar y que no quiere ir más al colegio", se queja un apoderado.

En opinión del Mineduc, se pueden desarrollar procesos evaluativos en kínder, pero no a través de "pruebas" como se entiende en educación básica o media. "La idea central es que los niños no perciban que es una evaluación, sino que expresen sus aprendizajes en situaciones como cualquier otra de las que desarrollarían en forma cotidiana", dice Alicia Berríos, coordinadora de la Unidad de Educación Parvularia del Mineduc.

Opinión que comparte la especialista en evaluación de la UC Carla Förster, quien señala que la aplicación de pruebas tradicionales no sirve, porque miden contenidos y no habilidades, que es lo que deben desarrollar los niños a esa edad.

En relación a las notas, el especialista en Desarrollo y Aprendizaje de la UC Cristián Rojas-Barahona es claro. "La escala de notas tiene una connotación social punitiva. Su uso a tan temprana edad, donde el niño aún no tiene desarrollada la capacidad que le permita comprender y regular dicha información, no tendría impacto".

La otra modalidad que rescata lo lúdico
También están los otros colegios que rescatan el valor lúdico del kínder. Es decir, todo se hace a través del juego, ello para evitar que los niños se aburran y se pierda la contextualización de lo que aprenden.

Este es el caso del Colegio Cantagallo, de Lo Barnechea, que desde el 2007 ha implementado el programa Peis, que consiste en estimular a los niños de manera entretenida. La metodología consiste en que los pequeños aprenden jugando y para eso cuentan con distintos elementos en los rincones de la sala. Por ejemplo, hay espacios para que lean, escuchen y toquen.

Otro caso es el del Colegio Alemán Thomas Morus, de Providencia, que mide a sus alumnos de kínder a través de la observación directa de las propias tías cuando éstos juegan, sin ningún tipo de evaluación ni con conceptos, números o porcentajes.

"Los niños tienen un mejor aprendizaje de contenidos y de habilidades cuando juegan, porque no se estresan, todo lo hacen de manera placentera", dice Ricarda von Dessauer, coordinadora de educación parvularia del establecimiento.