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Aranceles universitarios chilenos son los más caros del mundo después de Estados Unidos

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De acuerdo a un artículo publicado este domingo en el diario El País de España, las universidades chilenas son las más caras del mundo, después de Estados Unidos, situación que ha llevado a muchas familias a endeudarse y destinar hasta el 50% de sus ingresos en el pago de las cuotas al banco o a los propios establecimientos de educación superior.
 
Según la publicación, las “universidades estatales chilenas, que reciben muy pocas aportaciones del Estado en comparación con otros países, son las más caras de América Latina y sus cuotas triplican las de Italia, cuadruplican las de España, quintuplican las de Bélgica y son 19 veces mayores que las de Francia, según un estudio de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE). El esfuerzo de las familias chilenas para pagar los aranceles, considerando los ingresos, “es el más alto de todos los países después de Estados Unidos”, señala la OCDE”.

La crisis de la educación contrasta con los aplausos que recibe la economía chilena, que este año crecerá sobre el 6%, situación que ha llamado mucho la atención en el exterior.

Miles de familias están actualmente asfixiadas por las deudas que han contraído para que sus hijos puedan estudiar en las universidades, lo cual ha llevado a los estudiantes a movilizarse en masivas marchas por las calles de Santiago y regiones del país.

Todos los estudiantes, tanto secundarios como universitarios, a los que se unió el gremio de los profesores, demandan un cambio estructural a un sistema que fue diseñado en la época de Augusto Pinochet.

A pesar que los defensores del sistema arguyen que este ha permitido aumentar la matrícula de estudiantes de 250.000 en 1990 a casi un millón en 2010, esto no ha sido “suficiente para revertir la marcada estratificación de las oportunidades en este nivel educativo”, explica la directora ejecutiva de la Fundación Equitas, Pamela Díaz-Romero.

Agrega que en el 10% más pobre de la población, la tasa de acceso a la universidad es de un 16%, mientras que en el 10% más rico es del 61%.

Se podría decir que uno de los beneficios del sistema es que los hijos de familias de ingresos medios y bajos llegarán por primera vez a la universidad, pero como su educación secundaria es de baja calidad ingresan a la educación superior con menos nivel de exigencia.

Además, existe un consenso respecto a que las universidades estatales tienen escasa financiación, mientras que las privadas operan casi sin fiscalización y todas con costos altísimos, mientras que en la educación secundaria a pesar que existen colegios privados sin fines de lucro, muy pocos lo han respetado.