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"Al acreditar, es importante ver más allá de los elementos cuantitativos"

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Por:  MARGHERITA CORDANO 

La educadora estadounidense asegura que al momento de certificar una casa de estudios es fundamental evaluar el espíritu que existe detrás de ella.  
Cada universidad es un país, con su propia cultura y contexto. Esa es la filosofía detrás de la doctora Karen Jogan, experta en Assessment Institucional y evaluadora de la Middle States Commission de Estados Unidos. La entidad, dedicada a acreditar universidades en ciudades como Nueva York y Washington, fue la misma que a mediados de 2010 certificó a la Universidad Mayor bajo sus estándares internacionales. Invitada por la casa de estudios, Jogan visitó nuestro país para exponer acerca de dos de los 14 ítems que la comisión toma en cuenta para certificar la calidad universitaria: evaluación institucional y evaluación de aprendizaje estudiantil.
El primer término tiene relación con el planteamiento de misiones y metas. La experta recomienda a las universidades velar por que sus propuestas en papel se correspondan con la filosofía que buscan impartir, sin exagerar capacidades. Para explicarse, Jogan alude a su analogía de universidad-país: "Hay que respetar la cultura, entender el contexto y no buscar las mismas cosas en una universidad grande y en una pequeña. Una universidad grande podría tener un millón de libros en su biblioteca, una chica podría tener 20 mil, pero los 20 mil responden a necesidades de este college pequeño", especifica. De esta forma, tanto una universidad doctoral en Estados Unidos como un instituto en la zona rural de Puerto Rico podrían obtener una misma certificación, siempre y cuando se compruebe que ambas cumplen con las metas que se han propuesto. Al acreditar, es importante ver más allá de los elementos cuantitativos, explica la experta.
La evaluación del aprendizaje estudiantil se corresponde con esta idea. Una universidad debe transmitir un sello en sus alumnos, asegurando que éstos tengan destrezas de acuerdo a las metas fijadas por la institución. "Estos objetivos pueden ir cambiando según el alumnado, país o situación económica, pero si no hemos logrado nuestra meta, tenemos que modificar actividades o hacer otra cosa", indica Jogan. La idea de cambiar objetivos va de la mano con la de un monitoreo constante: una vez asignada la acreditación, comienza el proceso de retroalimentación, donde el comité evaluador continúa pidiendo informes y visitando en terreno, entregando sugerencias y recomendaciones. Si una universidad plantea la empleabilidad de sus alumnos como meta, la comisión se asegura de entrevistar a ex alumnos, por ejemplo. En caso de no cumplirse lo prometido, el comité propone modificar programas o buscar servicios de apoyo, todo bajo el concepto de la evaluación continua.