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Una enseñanza que entrega competencias para aprender, sanarse y volver al colegio de antes

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por:  PAMELA ELGUEDA TAPIA 

Un centenar de niños asisten a las aulas instaladas en los hospitales Sótero del Río y Exequiel González Cortés.  
"Ése es el pie, tía. Ésta es la mano y va aquí", corrige Diego (de 8 años), mientras arma un esqueleto de plástico blanco junto a Brandon, de 9, su amigo y "socio" en esta tarea de ensamblaje y conocimientos. Ambos se manejan con soltura dentro del laboratorio de ciencias que tiene su escuela, la Oncológica N°116, ubicada en los terrenos del Hospital Sótero del Río, en Puente Alto.
"Nuestros alumnos pasan un mínimo de 8 meses y hasta dos años en tratamiento médico", especifica Daniela Torres, coordinadora académica de la Fundación Nuestros Hijos, que es la entidad que administra y sostiene tanto la escuela de Diego y Brandon, como la oncológica que existe en el Hospital Exequiel González Cortés.
En ambos establecimientos, esa entidad desarrolla el proyecto "Herramientas significativas para niños en situación de enfermedad". Una iniciativa que les permitió entrar a la Red de Escuelas Líderes de Educación en Pobreza, que es impulsada por "El Mercurio", Fundación Minera Escondida y Fundación Chile.
"Nuestra idea es darles a nuestros estudiantes competencias básicas para que puedan enfrentarse a las distintas asignaturas sin problemas", explica Daniela Torres, al hablar del trabajo pedagógico que se desarrolla en ambas escuelas.
Eso significa, por ejemplo, que aprenden el razonamiento lógico "que les permitirá entender todos los contenidos de matemática, más allá de si los vieron o no en clases", agrega Daniela Torres.
En esa lógica también se insertan talleres como el de robótica, que los ha llevado a participar en certámenes escolares (y hasta un viaje a Atlanta (EE.UU.) a la First Lego League), y la experimentación en el taller de ciencias.
"Cuando aprenden de la célula, que es una palabra que escuchan diariamente de boca de los doctores, lo hacen mirándola en un microscopio, descubriendo sus partes y características. No es memorización, sino que aprendizaje en la práctica", dice la directora académica.
Los 75 alumnos en la escuela del Sótero del Río, más los 25 de la del Exequiel, asisten a clases (de kínder a 8° básico) en salas multigrado, o sea, en una misma aula hay alumnos de tres cursos consecutivos.
"Nuestro proyecto educativo supone dar educación personalizada, donde hay momentos en que los profesores trabajan con cada niño y otros donde tienen tareas colectivas", explica Andrea Torres.
Esa enseñanza también se preocupa del bienestar psicológico de los niños, porque eso favorece su tratamiento "La escuela les ayuda mucho, en ese sentido. Acá no solamente vienen a aprender, también a entretenerse, a pasarlo bien, a estar con sus amigos", comenta.
Las actividades artísticas influyen mucho en esa percepción. Cuando se les pregunta a los niños qué es lo que más les gusta del colegio, la respuesta es a coro: ¡el taller de artes!. Ahí tienen la oportunidad de pintar con distintas técnicas, de hacer grabados, hacer cerámicas, tejer en telares, hacer esculturas con desechos.
"Este taller también lo aprovechan los padres", cuenta Rita Gangale, directora de la escuela oncológica del Exequiel Fernández. "Ellos vienen acá y toman clases de telar, grabado, cerámica, distintas técnicas que pueden servirles como oficios y una forma de tener ingresos".
Una opción educativa que cumple su objetivo: cuando llega la hora de volver a la escuela regular, los niños lo hacen sin lagunas de conocimientos y muy seguros. "Tenemos más experiencias positivas que negativas en eso. Aún así, estamos trabajando en un protocolo de reinserción tanto para niños como para sus papás", agrega Daniela Torres.
Derek Cerda, de 17 años, es un ex alumno de la escuela oncológica del Exequiel González Cortés, donde cursó 8° básico, mientras le trataban un cáncer. "Volví al colegio a hacer primero medio y lo hice bien preparado, porque enseñan igual, no hay diferencias", comenta.
"Me gusta el ambiente de las escuelas, el compañerismo y el cariño que existe", agrega. Su observación es evidente para quien pase un rato por esas salas: no hay peleas, ni gritos. Tampoco acaparamiento.
"Tía, ¿estos colores me sirven para hacer el rosado", pregunta Sofía, de 4 años, mostrando tizas de tonos café. "Necesitas rojo y blanco. Acá está el rojo", responde Brandon, de inmediato. De la otra mesa mandan el blanco.
 Claves
Habilidades
El proyecto educativo está pensado para entregar herramientas concretas y efectivas que faciliten a los niños el regreso a sus colegios de origen una vez recuperados.
Familia
Se ofrecen talleres y sesiones de perfeccionamiento, tanto para que conozcan lo que sus hijos aprenden, como para que puedan desarrollar oficios que les permitan obtener recursos.
Contención
Asistir a clases provoca una mejora sustancial en el estado anímico y psicológico de los niños, y eso tiene un efecto positivo en su adhesión al tratamiento médico.
Testimonios
"Hay algo mágico que se produce en la escuela: un cariño entre los niños que los hace protegerse y ayudarse".
Daniela Torres
Coordinadora académica
"En el liceo estudio la especialidad de construcción, así que daré la PSU para seguir una carrera por la misma línea".
Derek Cerda
Ex alumno
"A los papás les cuesta matricular a sus niños en la escuela. Pero cuando se deciden se alegran, porque ven lo bien que les hace a sus hijos".
Rita Gangala
Directora