Exilio Académico

Comienza febrero y vemos como la época de clases se acerca con rapidez. Las tiendas se llenan de uniformes de los más diversos estilos y colores, los de falditas tableadas en tonos de verde y camisitas blancas, las falditas tableadas en tono de rojo con poleritas verdes, las falditas rojas con camisas rojas y ribetes blancos y por supuesto el jumper azul con la camisa blanca que nos recuerda que en Chile existen colegios municipalizados donde asisten los que no pueden comprar la faldita roja ni la parka verde con cuello amarillo.

Estos niños y jóvenes tienen algo en común: sus deseos de ir a la Universidad. Curiosamente en este sueño que no tiene uniforme, también existen diferencias, unos pueden acceder sin dificultades (los papás pagan), otros lo hacen con dificultades (crédito universitario o alguna beca), y otros simplemente no pueden acceder, no sólo porque no “les alcanzó el puntaje”, sino porque lisa y llanamente no tienen dinero para hacerlo.

Hay múltiples explicaciones de las porque un joven en nuestro país no puede ir a la universidad, curiosamente “porque no quiero ir”, no está dentro de las razones que lideran esta lista.

Alcanzar un puntaje interesante no es cosa fácil, hace falta haber crecido en un entorno que de cierta plataforma para comprender y entender el mundo de las letras y los números. Luego hay que tener dinero para matricularse en un colegio de financiamiento compartido o particular. Pasadas estas barreras hay que tener la suerte de tener profesores comprometidos con los resultados académicos de sus alumnos, finalmente hay que querer hacerlo y destinar tiempo preparándose para rendir una prueba que cada vez mas me resulta mas cuestionable en relación a lo que mide v/s competencias y capacidades para estudiar una profesión universitaria.

Algunos países vecinos, entre ellos Argentina, recibe en sus aulas universitarias a toda la juventud de su país que quiera estudiar y lo hacen sin pagar un peso. Algunos optan por derecho, otros por música, por ingeniería, por sociología, por arte, por filosofía, según sea su preferencia, sin mediar prueba alguna, sino solamente los deseos e interés en un área en particular. Lo interesante es que este país vecino (al igual que otros), recibe también a estudiantes de otros países que quieren cursar sus carreras en algunas de sus diversas y prestigiosas universidades y, aunque cueste creerlo: sin pagar un peso.

Las dificultades existentes en Chile y las facilidades de otros países para otorgar la posibilidad de estudiar gratuitamente carreras universitarias, han hecho que muchos de nuestros jóvenes decidan estudiar lejos de su patria y por ende de su familia. Lo he bautizado como el exilio académico. Argentina, Perú, Bolivia, México, Japón, entre otros muchos, son algunos de los destinos de jóvenes chilenos que estudian con éxito carreras que no podrían haber cursado en su país.

Es febrero, muchos están partiendo esta semana a cruzar otras fronteras, trizando los cálidos días de un verano que parte en dos o tres a familias que debemos conformarnos con ver a nuestros hijos(as) a través de una cámara web o en el mejor de los casos, en el próximo verano.

Mª Verónica Rodríguez G.

Portal Educativo

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