Semana Santa para vivir en consecuencia

Un viaje de Villa Alemana a Viña del Mar solo demora veinticinco minutos si se hace en el Metro Quinta región. Durante el año son innumerables las veces que hago este recorrido al punto que soy capaz de describir el paisaje según la estación o los minutos de viaje, lo que cambia y es lo que siempre me atrae, son las personas que viajan en él. Disfruto escuchando conversaciones ajenas, son de las mas diversas, algunas entre jóvenes, otras entre señoras encopetadas que mirando por la ventana comentan “mira esas casitas, los pobres viven re`mal pero son felices”. Hoy viaje a Viña por una razón especial, tenía que retirar un documento que debía leer con motivo de Semana Santa, un documento de análisis y reflexión interna, lo curioso es que la reflexión comenzó antes. Me senté frente a una pareja mayor y como lo he hecho tantas veces (intencionalmente), me dispuse a escuchar la conversación. Ella le decía, “a nosotros los pobres nos toca por angas o por mangas” , puse especial atención cuando descubrí que se referían a Semana Santa. Desde ahí en adelante el viaje se torno en una inesperada oleada de tristes verdades, todas ancladas en la dulce esperanza que “algún día Dios nos escuchará”.

Desde mi adicción entusiasta hacia la investigación de los comportamientos sociológicos, en menos de veinticinco minutos de viaje había construido un listado de realidades que le daban la razón a mis conversadores compañeros de viaje, entre otras, si un pobre (llámese también en un alto porcentaje: clase media) no puede comer carne por razones religiosas, las Iglesias y el comercio les proponen comer pescado o productos del mar, unos u otros de tan elevados precios en esos días que terminan almorzando un plato de porotos o un guiso de tallarines; si quiere salir a pasear para estar en familia, descubre en la ventanilla del terminal de buses que los pasajes subieron hasta en un 100% “por Semana Santa”; si quiere ir a un retiro de la Iglesia, en la mayoría de los casos deben pagar “la cuota” que muchas veces si la familia es de mas de tres personas ya se torna difícil de cancelar.

Semana Santa, al igual que otras festividades religiosas han perdido su sentido (si es que alguna vez se respetó el sentido original). Para el mundo cristiano es una fecha de meditación, reflexión, encuentro interno, no desde lo que hacemos o dejamos de hacer en estos tres días de feriado, sino más bien debiese ser una evaluación de nuestro hacer que involucre todos los días del año. No tiene sentido dejar de comer carne y estar con nuestra familia “por semana santa”, si el resto del año no hacemos en consecuencia con un “bien actuar o bien hacer”. La vida de los humanos con principios cristianos debe ser una vida de todos los días, lo resumo en tres mandamientos que me comentara hace unos días un doctor en filosofía, Ama shua, ama llulla, ama quilla: “no robaras, no mentiras, no serás ocioso”, corresponde a la forma de vivir de la cultura Inca ( cultura que respetan hasta el día de hoy). Podemos agregar a estos mandamientos la premisa tan antigua, tan simple y tan difícil de cumplir “no hagas a otros lo que no quieres que te hagan a ti mismo”, es decir, actúa bien contigo y con los otros y otras y así viviremos en armonía y la entrega de Cristo (según lo creemos los cristianos) tendrá sentido y no habrá sido en vano soportar tanta tortura y ninguneo.

Me baje del Metro sin poder evitar sonreírle a mis acompañantes y un rápido buenas tardes, que tengan un buen viaje. Retiré el documento, camine de regreso por las calles Viñamarinas llenas de gente, ¿cuántos de ellos recordando o pensando que estabamos a la mitad de un jueves santo? , ¿Cuántos de ellos pensando qué comerían al día siguiente?.

Leí parte del documento en el Metro de regreso, una chiquita de no más de tres años sentada junto a su padre me sonrió con ternura, le devolví la sonrisa y mire el mundo desde sus ojos de niñita que aun no diferencia las clases sociales ni las controvertidas religiones. Pensé una vez mas en la importancia del bien actuar, de las buenas intenciones, del hacer y vivir en consecuencia. Una vez mas lo digo, no es tarea fácil, pero si queremos alegrar a los espíritus de luz y en especial los ojos del Cristo que sin duda nos mira, comencemos a caminar en rectitud, no es un consejo moral, es un consejo de vida, no lo olvidemos, la clave está en no hacer a otros lo que no queremos que nos hagan a nosotros mismos.

Feliz Semana Santa, en el recuerdo de un hombre que vivió y murió convencido de hacerlo por la paz del mundo, continuemos su tarea, necesitamos un mundo de amor, entre medio de tantos precios altos, discusiones políticas, gente secuestrada, pobres, enfermos terminales, dueñas de casa a las que les cuesta comprar el pan de cada día, entre todas estas realidades que no quisiéramos pero existen, un poco de amor, verdad y consecuencia siempre son bienvenidos.

M. Verónica Rodríguez G.

Portal Educativo

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