En el país de los eufemismos el Cinismo es rey

Eduardo Galeano es un escritor para ser recomendado. Una de sus virtudes - entre muchas - es que llama a las cosas por su nombre, le dice pobre a los pobres y se niega rotundamente a decirles carenciados, tampoco acepta reemplazar el concepto imperialismo por globalización. Se cansó de los eufemismos y yo también. Vivimos en tiempos de las palabras arregladas, nos hemos acostumbrado a florear los términos y disfrazar las verdades, sin darnos cuenta ni querer reconocer que mientras adornamos con lentejuelas y brillantitos las más diversas realidades generalmente difíciles de enfrentar cara a cara, nos guste o no, nos estamos volviendo cínicos.

Conozco una funcionaria que queriendo despedir a algunos de sus colaboradores, les envió una carta aludiendo a razones de carácter administrativo, la verdadera razón es que ellos no le gustaban, sin embargo era más fácil una misiva certificada e impersonal, que un “cara a cara” donde la única razón pudiese discutirse y enfrentarse. Son muchos los casos, una amiga me contaba con impotencia que en un encuentro familiar de fin de semana, su prima retaba a su hija diciéndole te castigo porque te quiero, es por tu bien! ¿Es por el bien de ella o de su hija?, no será mejor decir te castigo porque te has portado mal y yo he perdido la paciencia!

Nos hemos confundido en el carnaval de lentejuelas. Que todo brille es el eslogan, que las feas verdades no se noten, no queremos caerle mal a nadie, que las personas no se enojen con uno a costa de lo que sea, incluso de debilitar las relaciones y la credibilidad. Estando en la casa de unos amigos llegó el hermano de uno de ellos, todos se alegraron y aunque era pasada la hora de almuerzo, le ofrecieron preparar algo rápido, así lo hicieron, luego de tres horas yo estaba admirada del amor que se tenían, ¡qué linda familia!, la impresión me duró solo unos minutos desde que el se despidió y se fue. Curiosamente los que se quedaron y habían manifestado tanta disposición y buena onda, comentaban casi atropellándose lo desatinado que era fulano al llegar a esa hora, lo aburrido de su conversación, lo gordo que estaba; me confunden – acoté – no le dijeron lo bien que se veía y lo mucho que se alegraban de verlo?.

En otros niveles el carnaval se pone peor. Los políticos lideran la comparsa. De todos los colores y de todas las tendencias se han vuelto expertos en decir una cosa por otra en un intento que ya no da frutos. Las personas sabemos que cuando nos dicen “La acción fue reprimida por efectivos de Carabineros” en realidad lo que sucedió es que les pegaron a todos y se llevaron a unos cuantos detenidos. En un diario nacional se lee “la empresa es muy vulnerable a presiones políticas de diversa naturaleza”, ¿qué nos están queriendo decir?, que las empresas deciden según decisiones políticas?, que los políticos presionan a los empresarios? , que los empresarios son políticos?

En la vida cotidiana el eufemismo camina por el borde del cinismo y si no entramos en el juego y comenzamos a hablar con la verdad, nos llenamos de problemas y dejamos de gustarle a mas de la mitad de nuestros cercanos. No es tarea fácil, no es llegar y decirle a nuestra madre – por ejemplo – te quiero mucho viejita, pero no me gusta que cada vez que llegas a mi casa criticas mis cortinas o el orden de la cocina. Es más fácil sonreírle y hacer crecer nuestra ulcera estomacal o nuestro colon irritable.

Si dijéramos la verdad, por supuesto con tino y delicadeza humana, las relaciones construidas serian cercanas a las fortalezas de los castillos medievales, no nos pasaría lo del cuento de los chanchitos, pero como el eufemismo crece como flores silvestres, nuestros castillos se vienen abajo. Es importante dar un vuelco y sin destruir lo que tenemos o quedarnos solos como náufragos, construir sobre verdades, y jugar los “cara a cara” con las palabras reales y los reales sentires. Así se construyen relaciones ciertas y los pueblos pueden confiar en sus autoridades. No queremos que nos digan que la economía representa el vaso medio lleno de las familias chilenas, cuando en realidad están ocultando el vaso medio vacío. Vivan las verdades, pero con ternura, o mejor, vivan las ternuras, pero con verdades.

M.Verónica Rodríguez G.

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