3-Andamio Número tres: Jardineros, jardines y cosechas

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Es importante reconocer que NO estamos echando abajo el sistema antiguo, ni estamos rechazando la modernidad y su uso tecnológico con todos los beneficios que ya estamos gozando, entre ellos la facilidad para escribir este documento. Eso lo sabemos aquellos que algún día lo hicimos en una máquina de escribir.
Es difícil construir sobre campos destruidos, no queremos hacerlo, queremos sembrar y comenzar a levantar edificios sobre el mismo campo y otros nuevos, mejorando las semillas, cambiando la proporción de agua, exponiendo más tiempo al sol las flores y plantas, capacitando a nuestros jardineros, entrenándolos en sembradíos para que la cosecha crezca con más fuerza y podamos ver que los resultados nos gustan y gustan a todos, que aportan al mundo, que armonizan, que se integran en equilibrio social, individual, humano, pacifista, ambientalista, ecológico, matrístico, en igualdad. Es importante no olvidar que las semillas y las plantas son dististas, que no todas requieren del mismo tiempo para florecer, que debemos considerar y respetar las diferencias.

En este mismo sentido, es imposible exigirle reforma, modernidad y constructivismo a un profesor, que lleva 35 años ejerciendo la profesión de maestro en una sala de clases, que a un joven que viene egresando de la universidad, un jardinero jóven, manejando un vocabulario que escuchó por tres o cuatro años y que es parte de lo único que considera posible, por ejemplo el “portafolio” . Debemos ser pacientes, no por eso menos intransigentes en lo creemos debemos hacer. Lamentablemente en esta espera a veces una o mas generaciones completas reproducen sistemas en los cuales algunos ya no creemos. Es importante conocer y saber el sueño que estamos siguiendo.

Revisando citas de algunos teóricos, podremos descubrir que entre sus líneas aparecen andamios de todos los portes capaces de ayudarnos a subir al piso que necesitemos de acuerdo a lo que sabemos, hemos vivido y tenemos como experiencia

La reforma educacional llegó a cambiarnos el esquema, debíamos revisar el “como lo estabamos haciendo”, nos dijo a susurros y a gritos que nos detuviéramos y miráramos nuestras propias rutinas de clases y también la de otros. Finalmente un poco voluntarios y un poco presionados por las normativas institucionales a nivel de Ministerio, tuvimos que detenernos.

Es aquí donde comienza este libro, que tiene por objetivo apoyar en forma teórica, práctica y vivencial a todos los docentes que quieran o deban, en la confianza que algún día querrán, comenzar a revisar sus prácticas e integrar cambios al interior de nuestros colegios. A todos los jardineros que quieran sembrar sus semillas en tierra fértil, sabiendo de ante mano que no será tarea fácil, mas aun existiendo tanta variedad, está dirigido este libro y estos andamios.

Es importante destacar que cuando hablamos de cambio, no es antojadizo o porque queramos darle tribuna a algún ministro de determinada cartera, es porque, en lo personal creo representar la voz de muchos y muchas, es importante dar un vuelco, solo basta ver los resultados y saber que algo no está funcionando y algo hay que cambiar.

Da la impresión que nos hubiésemos acostumbrados a ciertas formas, no solo relacionadas a la metodología, sino también a otras no menos graves relacionadas con la educación superior, me refiero, por ejemplo, a pagar por la educación, nuestro país parece haber olvidado que veinte años atrás las universidades eran gratuitas y que los padres no tenían que andar buscando en que colegio ponían a sus hijos, la discusión se terminaba escogiendo el que quedaba mas cerca de la casa, porque la educación era la misma o parecida en cualquier colegio. Las causas que nos llevaron a esto están escritas en la historia y son conocidas. Sin embargo, nuestros niños y niñas, “el futuro de nuestra América” no se puede hacer responsable de los daños constitucionales cometidos y por la continuidad de estos.

Volviendo a las aulas, creemos es necesario poner en práctica nuevas metodologías, que nuestros niños y jóvenes desarrollen competencias para el diario vivir, donde se considere en este ejercicio “reconocer al otro como un legitimo otro” , pero que esta condición sea real, es decir, no hacer como que te reconozco como legitimo pero en realidad no lo hago. Digo que te voy a instruir y en realidad solo te retengo en la sala junto  a tus compañeros y te torturo y maltrato con ramos y contenidos dictados desde el pizarrón sin ningún respeto por tu presente y futuro de persona con neuronas mas allá de escuchar, escuchar y responder. Legitimar a otros desde el espacio docente, significa dar oportunidades de igualdad, ser capaz de sentarme con otros en la misma mesa a discutir que queremos enseñar, como lo queremos hacer, y que es lo quieren que les enseñemos, y lo que nosotros creemos debemos hacer. Nadie ha dicho que esta tarea sea fácil, nos tropezaremos muchas veces, pero lo importante es saber que ya hemos empezado, hasta que algún día, los cambios se hayan incorporado a nuestra vida como una forma natural de convivencia.

Paloma Rodriguez G.

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