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Competencia entre colegios ayudó a elevar calidad educativa en EE.UU.

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Por: Pamela Elgueda

La investigadora Lindsey Burke fue parte del equipo que evaluó los resultados de la transformación que desarrolló el ex gobernador Jeb Bush.  

En 1999, Jeb Bush, entonces gobernador del estado de Florida y hermano del ex Presidente de Estados Unidos (George W. Bush), comenzó una profunda reforma a la educación pública de ese territorio.

Diez años después, a Lindsey Burke -analista de políticas de la Fundación Heritage, de EE.UU.- le correspondió formar parte del equipo de investigadores que evaluó los resultados de esta transformación. Su conclusión: "La mayoría de las escuelas aumentó sus niveles de logro académico, y no sólo eso, consiguieron uno de los mejores resultados del país", afirma.

De esa experiencia y de sus logros expuso en el seminario Calidad y Gestión de Educación, organizado por el Instituto Libertad y Desarrollo y que se desarrolló el viernes pasado en Santiago.

Lindsey Burke destaca que otra de las consecuencias importantes de la reforma de Bush, fue una disminución de la brecha de resultados académicos entre los niños anglosajones y los de las minorías raciales.

"Los niños afroamericanos superan o empatan con el promedio que, en pruebas estandarizadas de lectura, logran niños de otros ocho estados del país. Los hispanos obtienen el mismo resultado, al compararse con estudiantes de 31 estados", afirma.

¿Cómo lo lograron? La reforma consideró cinco cambios claves: lo primero fue una certificación alternativa de las capacidades disciplinarias y pedagógicas de los profesores. Luego, recompensas a los docentes a partir de su desempeño y logros académicos de los niños.

Un tercer punto fue no dejar que ningún niño que no supiera leer pasara a cuarto grado, y el siguiente fue un cambio en el sistema de calificación escolar, que elevó los estándares de calidad que debían cumplir las escuelas.

El quinto, sin embargo, es el que el equipo evaluador calificó como el más influyente. "Es un componente de elección de escuelas, que permite a los padres sacar a sus hijos de un colegio que obtiene -dos años de cuatro- una mala calificación y llevarlo a una de las escuelas con mejor estándar", explica.

Esta medida impulsó una fuerte competencia entre las escuelas públicas, porque no sólo significaba perder matrícula, sino también un "voucher" (especie de subsidio) que el estado de Florida entrega a los padres de niños con necesidades educativas especiales y a aquellos con bajos ingresos. Con ese dinero, los apoderados podían, hasta 2006, matricular a sus hijos incluso en escuelas privadas.

"Al comienzo, los logros fueron bajos, pero conforme la reforma avanzó las escuelas lograron cumplir los estándares más altos", dice Lindsey, quien entrega cifras para apoyar esta observación: si en 1999 la cifra de colegios con baja calificación era de 650, en 2010 ese número no alcanza a los 100.

País en crisis

Lindsey Burke cree que lo esencial de esta reforma está en que entrega a los papás la posibilidad de elegir dónde desean que estudien sus hijos. Y afirma que este modelo, junto con el del estado de Massachusetts, han servido de "laboratorios" para mejorar la alicaída educación de su país.

"Estados Unidos invierte 550 mil millones de dólares anuales en educación. Uno de los gastos más grandes en el mundo, pero sus resultados a nivel internacional son malos, no suben del promedio en el caso de PISA, y las tasas de graduación de alumnos son las mismas que en 1970", explica la experta.

El país está buscando una salida a esta crisis y la reforma del estado de Florida es vista como un ejemplo. "Se ha visto que es necesario fortalecer a los estados y también desarrollar estándares de calidad transparentes".