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Recuperar el alma

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Por: Jaime Baeza
 
Tenía otra columna escrita y se trataba sobre los temas vecinales de Chile, en especial con Bolivia. Sin embargo, esta semana hemos tenido muchos problemas como nación, y tal vez más que una mirada internacional, requerimos un viaje al alma, al centro de nuestras vivencias y creencias.
 
Hemos visto como la clase política cae al despeñadero. Hemos transformado entre todos a nuestra Patria en una sociedad de sobrevivientes, que no tienen más remedio que luchar todos los días por un sustento. A diferencia de otras sociedades que son desarrolladas, en Chile casi no tenemos tiempo para nada fuera de la lucha trabajólica. Mal llevada la jornada laboral y llena de abusos, los trabajadores chilenos no son más felices que en países muchos más pobres que el nuestro.
 
Esta semana el gobierno y la Concertación cayeron a sus niveles más bajos de aprobación.  Esto no debe alegrar a nadie. Para los que somos concertacionistas, hay que entender que la autocrítica es el primer paso, pero que debemos pasar pronto a la propuesta. Sincera, moderada, sin aspavientos. La Alianza y el gobierno deben comprender de una buena vez que esto no es una empresa, que no se maneja con la lógica de los iluminados en econometría. Los números son fundamentales para entender la política, pero sin alma, sin un contenido que de cuenta de una visión de sociedad, la derrota es casi segura. Pero no es la derrota del gobierno o de la oposición, es la derrota de Chile. 
 
Al final el triunfo del ejecutivo también debe ser de quienes nos consideramos sus detractores. Somos adversarios, no enemigos. Nuestra clase política está empeñada en dividirnos entre buenos y malos. Me niego. Es que veo el daño que hacen, porque cierran los canales de comunicación ¿Por qué al gobierno le cuesta tanto reconocer que en el posnatal el aporte de la Concertación fue fundamental para mejorar la calidad del proyecto? ¿Por qué a la Concertación le cuesta reconocerle las credenciales democráticas a la derecha, y les sacamos a Pinochet a cada rato? (me confieso culpable de lo anterior, y es lo menos inteligente que podemos hacer).
 
Se lo escucho repetidamente a amigos, colegas y conocidos. Nadie se atreve a decirlo muy fuerte. Ojalá que ese twitter se lea rápido, que no se den cuenta de que estamos algo nerviosos. Sólo algunos lo repiten con valentía. Estamos preocupados por lo que le pase a las instituciones. No lo digo yo que soy sólo un académico, pero cuando gente pensante de alto calibre lo retwittea me impresiona, me preocupa.
 
Los partidos políticos deben entender que la fiesta del consumo o de los valores pragmáticos ya pasó. Deben comprender que la gente detrás de su deambular busca una nueva oportunidad para la realización personal. Esa es la primera justicia social. No son los televisores de plasma si no la posibilidad de ser personas reconocibles en otras iguales y que alcanzan las metas trazadas para su vida. Pienso en las instituciones, y no sólo me quedo con las del Estado.
 
La Iglesia Católica, está en los suelos como tal vez nunca antes en nuestra historia. Ese refugio que muchos han tenido se ha visto violentado. Son dos cismas muy grandes para un pueblo. Un dolor doble que toca la política y la base institucional de su fe. Debemos aprender a ser una sociedad laica. A los católicos nos hará bien y nos obligará a ser más humildes. Pero no podemos permitir una sociedad sin política. Me declaro incompetente y reconozco que, para pensar en ella, necesito un empujoncito externo.  Sin embargo, más que dispuesto a ayudar.