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Escuela, poder y moral

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Escuela, poder y moral Si no estamos atentos, nuestros hijos pueden caer en las manos de un curriculum pensado, diseñado y ejecutado para la construcción de un mundo menos justo, libre y democrático. Hecho a la medida del conservadurismo moral y el liberalismo económico.

Por Jaime Retamal*

¿Qué hacía usted el 14 de Abril de este año 2009? Era un día martes. Día de trabajo, de levantarse temprano, de llevar a nuestros hijos a la escuela y despedirlos con un beso, día de producción, desarrollo y crecimiento, día para afrontar la crisis económica y sus derivaciones. También -no se mal entienda- era día de trabajo en la Cámara de Diputados. Seguro que la ficción nos puede ayudar a completar lo que se hace en un día de trabajo en esa Cámara, además de lo que ya sabemos, por otras cámaras, que aunque ocultas, nos ayudan.

Pero, la ficción a veces no alcanza, como es de conocimiento común, para superar la  extravagancia, a veces grosera y de mal gusto -y muy a pesar nuestro- de la "dura realidad" de la política y los políticos (pleonasmo necesario de articular según Levinas). Si por azar aún no estamos convencidos de esto, recordemos la producción ritual y pública, el acto teatral y el exceso de suplicio simbólico autoinfligido, que sirvió de paso, para manifestar -ante la gran plaza mediática del país- la omnipotente economía del poder político (Foucault); recordemos, digo, el tormento del Diputado Maximiano Errázuriz, tormento de su conciencia privada, castigo severo y disciplinario, realizado ese otro día distinto al 14 de abril, hace muy poco, en el que leyó ante el país (para todos y para nadie) sus bizarras disculpas.

Fue un día maravilloso para los que hemos leído con fruición Vigilar y Castigar de Michel Foucault, pues se hicieron patentes las redes, las organizaciones y las estructuras del poder y la moral. "De tanto querer hacer el bien -nos quiso decir- hice el mal". ¿Es que acaso Maximiano pensó que la voluntad -como reza el principio kantiano- es el único camino del derecho y lo justo? ¿Nunca pensó, más bien, que la voluntad es incapaz de dar contenido a su propia exigencia normativa (Hannah Arendt)? Seguramente, nada de esto pensó, ni pensaba mucho antes, el día 14 de Abril de este año 2009, el diputado Errázuriz, cuando todavía era Maxi-miano, y ya no como hoy, por su propia perfomance, Mini-miano, al presentar en la honorable Cámara, un proyecto de ley que "obliga a los colegios a impartir dos horas semanales de enseñanza de valores morales y principios éticos" cuando no fuere posible hacer clases de religión.

Si nos olvidamos de Mini-miano (que de él, en todo caso, como se ve, no debemos hacer leña, si podemos hacer chips), es decir, si hacemos el esfuerzo teórico de olvidarlo, nos preguntamos ¿Qué se hacía realmente el 14 de Abril de este año 2009 en la honorable Cámara cuando se presentaba ese proyecto? ¿Qué se pone de manifiesto hoy (y en realidad debiésemos de decir siempre) post-suplicium, y que debiésemos de reparar de una buena vez?

Se pone de manifiesto al mismo tiempo, la nimiedad del discurso de nuestra política educativa, discurso centrado en palabras del acervo puramente económico-administrativo (gestión, capital, recurso humano, liderazgo, etc.), y la potente radicalidad de lo que ese mismo discurso esconde y oculta, al no decirlo o al decirlo subrepticiamente, un 14 de abril por ejemplo. ¿Por qué todavía la píldora del día después es un problema más grave que el de la plaga del embarazo adolescente en nuestros liceos? Los expertos de educación hablan un lenguaje cuantitativo, aprendieron en las grandes universidades a hacerlo, pero cuando tienen que hablar de moral escolar, hablan de control, de disciplina, de orden. ¿Con qué moral? Bueno, el triste espectáculo de Maximiano lo muestra claramente. Si no se cree, piénsese en el cargo más quemante del Ministerio de Educación, el cargo de Directora de Educación Sexual, y en todas las veces -y por qué- se ha debido de cambiar a la persona a su cabeza, la última por apoyar un manual de educación sexual, nada más que por tener una mirada sin homofobia (sin odio, sin violencia) de la comunidad homosexual. Es un caso concreto de la institución transversal y oculta de la moral ejerciendo su lógica de poder. ¿Qué hacer?

Por de pronto debiésemos de poner más atención a los aspectos ideológicos que condensan los currículum académicos de nuestros escolares (Apple). Cómo no, debiésemos de discutir las dimensiones "ocultas" de la praxis escolar de aquellos que "lideran" los proyectos educativos desde el centro a la periferia (Jackson). Y más claro está que debiésemos dejar a un lado las elaboraciones universalistas del saber académico y concentrarnos en la red de códigos que realmente funcionan en las escuelas (Bernstein), debiésemos, al fin, reparar de una buena vez, en aquello que se manifiesta en la transformación de Maxi a Mini-miano: no es la economía la que debe  gobernar nuestras decisiones en educación, pues realmente ni siquiera es así, sino la discusión abierta, plural y libre respecto a los fines éticos que pretendemos para nuestra educación, y no en abstracto, pues, no hablamos sino de todos aquellos que, día a día, casi como un acto poético, dejamos en la puerta de un colegio, exigiendo un beso de despedida. Si no estamos atentos, nuestros hijos pueden caer en las manos de un curriculum pensado, diseñado y ejecutado para la construcción de un mundo menos justo, libre y democrático. Hecho a la medida del conservadurismo moral y el liberalismo económico. La educación es tan trascendente al fin, pues, como decía Chesterton, "cada nacimiento es tan único como un milagro".

 

*Jaime Retamal Salazar es académico de la Facultad de Humanidades, Departamento de Educación, USACH.