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Los problemas de aprendizaje de los niños deben solucionarse en el aula

 fuente: www.elmercurio.com

Estudio nacional en tres mil escolares:

Los alumnos con trastornos temporales que asisten a clases regulares con un profesor creativo logran mejores resultados que si se los enviara a un taller especial.

AMALIA TORRES Y PAMELA ELGUEDA

Les cuesta leer o se les hace difícil escribir, así que los sacan de la clase y los llevan a una sala especial donde les refuerzan estas materias. Unas horas más tarde regresan a su sala, pero ya han perdido el hilo de la materia y ponerse al día se les hace cuesta arriba.

El desfase curricular de los niños con necesidades educativas especiales transitorias es evidente y, por eso, Arturo Pinto, investigador de la Universidad Católica del Maule y del Centro de Investigación e Innovación en Educación de la Universidad de Playa Ancha, decidió evaluar cuál sería la mejor manera de enseñarles para que aprendan.

Así partió su investigación, para la que contó con el financiamiento del Fondo de Investigación y Desarrollo en Educación (Fonide). Junto a su equipo, analizaron a tres mil alumnos de entre kínder y cuarto básico de la Región del Maule, catalogados como niños con trastornos específicos del lenguaje y del aprendizaje (ver recuadro).

"Según vimos, a cerca del 30% de los niños con trastornos específicos del lenguaje les va bien en logros académicos. Si en el currículum dice que deben aprender las letras, uno de cada tres se las aprende sin necesidad de ir a una escuela especial", comenta Pinto sobre una de las conclusiones principales de la investigación.

Lo mismo ocurre con los alumnos que tienen trastornos específicos del aprendizaje, ya que a cerca del 25% les va muy bien en lo curricular.

Profesor estrella

La diferencia entre los que aprenden en la sala y los que no estaría en el profesor.

"Pensamos que estas cifras se deben a profesores que reiteran y hacen buena mediación con la materia, que utilizan más elementos de representación lingüística, visual o elementos concretos y, de esa forma, el cerebro de los niños procesa la información", explica Pinto. Y agrega: "En el fondo, vimos que hay otras vías para estimular o integrar estos conceptos, sin necesidad de sacarlos del aula".

Para que ello se cumpla, eso sí, es necesario que los docentes cuenten con un profesor especialista en necesidades educativas que transite por los distintos cursos, brindando apoyo tanto al docente de aula como al estudiante que lo requiera.

"El profesional debería estar pendiente y propiciar su interacción con el grupo curso. Lo que recomendamos es trabajar de manera coordinada y, en el peor de los casos, sacar al niño por períodos breves, pero siempre planificando bien los aspectos cognitivos y los de coordinación curricular", propone Pinto.

Ejemplo a seguir

En el colegio San Luis Beltrán de Pudahuel, un establecimiento subvencionado con buenos resultados en el Simce, tienen a varios alumnos con problemas de atraso en el contenido de las materias. Una de sus recetas para asegurarse de que aprendan, dicen, es tener a un profesor ayudante en las salas hasta 2° básico, además de un psicopedagogo que recorre las aulas, y que también vela por los cursos de 3° y 4° básico.

Asimismo, desde este año en vez de sacar a los alumnos con necesidades educativas especiales transitorias de la sala, lo que intentarán será contar con más profesores en algunos momentos de la clase, según explica su director, Cristián Infante.

"Este año cambiamos el sistema, aumentamos las horas de matemática. Así, durante seis horas los alumnos verán la materia propia del curso y las dos horas siguientes se incorporarán tres o cuatro profesionales más para trabajar con los niños", detalla.

La idea, añade, también es que se potencie que los alumnos se ayuden entre sí. "Estamos explorando nuevas formas, pero no hay una receta", concluye Infante.

Pero hay ocasiones en que los niños necesitan de un apoyo fuera del colegio regular. Claudia Villalobos, por ejemplo, no tuvo mucha opción. Al notar que su hija Giulliana no lograba que otros (que no fueran sus padres) le entendieran, pidió el diagnóstico de un fonoaudiólogo y éste la envió a una escuela de lenguaje.

"Estuvo un año y la dieron de alta. Y creo que fue una buena experiencia, porque además de lograr comunicarse mejor con otros niños, se familiarizó muy bien con el lenguaje y en kínder ya sabía leer".



"Chile se ha llenado de escuelas especiales para trastornos específicos del lenguaje, pero no siempre son necesarias para todos los estudiantes que tienen problemas en el aprendizaje.

ARTURO PINTO
Investigador de la U. Católica del Maule