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El colegio no es suficiente

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agos, María Paz


Aunque fundamental, pensar que el acceso a un buen colegio es garantía de éxito puede llevarnos a grandes frustraciones y a olvidar otros aspectos necesarios para desempeñarse en el mundo de hoy.

La llamada sociedad del conocimiento está demandando innovación, creatividad, emprendimiento y una fuerte dosis de inteligencia emocional. Así, la adquisición de habilidades cognitivas es importante, pero no suficiente. Todos conocemos ejemplos de “lumbreras” que después de salidos del colegio nunca llegaron a ninguna parte, y de “flojos” que, cuando empezaron a trabajar, encontraron su vocación. ¿Qué puede diferenciar a uno de otro? Tal vez esas mal llamadas habilidades blandas o no cognitivas, que tienen que ver con perseverancia, motivación y autoestima. En esto, la familia juega un rol clave. Investigaciones del Premio Nobel de Economía James Heckman nos dicen que las habilidades que se le imparten al niño por parte de los padres tienen un papel importante y que es un error pensar que la formación de capital humano debe limitarse a la escuela: familia y colegio son complementarios. Sin embargo, para que existan padres involucrados y para que la familia pueda ser formadora de capital humano, se necesita tiempo para compartir y eso no se da solo, sino que requiere de ciertas condiciones en el entorno social, laboral, institucional y también personal.


Entonces, ¿es Chile una sociedad que facilita los encuentros familiares?


Los datos nos dicen que no.


El 45% de las personas que trabajan lo hace más de 8 horas al día (Minsal, 2006), a lo que debemos agregar los costos de desplazamiento trabajo-casa: entre una y dos horas diarias en la Región Metropolitana. El diseño urbano, con déficit de áreas verdes, plazas y parques, hace que ciudades como Santiago resulten poco amigables para la recreación familiar y los momentos de encuentro entre padres e hijos sean de baja calidad, al pasar parte importante del tiempo juntos viendo televisión o adentro de un mall.


Hoy más que nunca el mundo laboral requiere de personas motivadas, flexibles, con capacidad de trabajar en equipo, todas cualidades específicamente humanas potenciadas en ambientes con vínculos incondicionales, como suele ser la familia.


Sólo a modo ejemplo, los departamentos de RR.HH. invierten año a año grandes sumas en capacitación en liderazgo y trabajo en equipo. La apuesta va en la dirección correcta, pero si las empresas y las políticas públicas estuvieran enfocadas en facilitar y reforzar la vida familiar, tendríamos un capital humano mejor preparado para enfrentar los desafíos del mundo de hoy.