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Escolares sin Dios ni LGE

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Por Andrea Domedel

Cómo está organizada la resistencia pingüina 2.8

La radicalización de la revuelta estudiantil que se observa desde comienzos de año, tuvo su prueba más concreta en el famoso jarro de agua lanzado a la cara de la ministra de Educación. Detrás de eso hay un trabajo coordinado, que desconfía profundamente de los medios de comunicación porque “siempre te van a dejar mal”, y por eso ya no tienen caras visibles. Su discurso sin concesiones se explica porque, a diferencia de 2006, ahora hay una hegemonía de la mirada de izquierda que abomina del lucro en la educación.

Atrás quedaron los tiempos en que los rostros de adolescentes carismáticos, de discurso claro y coherente, se tomaron las portadas de diarios y las pantallas de televisión representando a los estudiantes secundarios. La revolución de los pingüinos de 2006, que encantó a la ciudadanía, la prensa, el mundo social y a la clase política e instaló el debate sobre reformar la educación chilena, hoy está lejos de concitar el apoyo de hace dos años.

Y es que a falta de dirigentes visibles, fue la imagen de María Música Sepúlveda y su “jarrazo” de agua a la ministra de Educación, Mónica Jiménez, la que por estos días captó toda la atención mediática; algo que ninguno de sus compañeros había logrado luego de más de dos meses de tomas y protestas callejeras en contra de la LGE. La acción de la alumna de 14 años del Liceo Darío Salas puso de nuevo los ojos en el movimiento estudiantil, pero este “golpe de efecto” dista mucho del que dieron los “pingüinos” en 2006, cuando el 18 de mayo de ese año decidieron dejar las calles para volcar su descontento hacia las salas de clases y comenzar un proceso de tomas que alcanzó a más 100 colegios y movilizó a más de un millón de estudiantes en todo Chile.

La radicalización de esta revuelta de 2008, que se observa desde comienzos de año, tuvo su prueba más concreta en este hecho. La “buena onda” de 2006 se terminó y la prensa ya no sigue cada paso de los estudiantes ni ocupa grandes espacios para informar sus demandas y manifestaciones. Hoy, ese lugar lo ocupan las muestras de repudio y rechazo hacia su accionar por parte de los mismos que hace dos años los elevaron casi a la categoría de héroes.

Pero, ¿qué hizo que las cosas hayan cambiado tanto? ¿Cuáles son las motivaciones y la forma en que se organizan hoy los estudiantes y que los mantiene en pie hasta ahora? ¿Que rescataron y que desecharon de la experiencia de sus compañeros de 2006? ¿Quienes son los que están detrás de esa radicalidad que sorprende al país?

Un movimiento sin rostro

Hoy no existe ni la masividad ni la dirigencia de hace dos años y los protagonistas de esta “revolución” 2.0 tienen claras las razones de este cambio. Pía Muñoz cursa tercero medio en el Liceo Carmela Carvajal y fue nombrada por sus compañeras como la vocera oficial de la primera toma que realizó este establecimiento de Providencia. Ella representa a una suerte de “dirigentes circunstanciales” que caracterizan al movimiento de este año y que surgen en situaciones de contingencia, como en las ocupaciones de los colegios o en las distintas jornadas de protesta.

Pía explica que este fenómeno se da por un motivo fundamental: la desconfianza que existe entre los secundarios hacia los medios de comunicación. “Podríamos haber hecho la cosa más grande del universo y no nos iban a pescar, por lo que decidimos que ignoraríamos a los medios. La postura de los secundarios hoy es que la prensa siempre te van a dejar mal, es un sentimiento instalado el que ya no se puede confiar en ellos, y es por eso que no tenemos dirigentes visibles. En 2006 nos jugaron a favor y contra al final del movimiento, entonces, fue como un arma de doble filo”.

Los “pingüinos” de 2008 no quieren depender de “rostros” que le den fuerza al movimiento. Tienen el temor de ser farandulizados por los medios de comunicación, como ocurrió en 2006, cuando en el momento más álgido del conflicto sus principales dirigentes aparecían en diarios y programas de televisión contando sus historias personales o sus vidas amorosas, como la relación entre los voceros César Valenzuela y Karina Delfino.

Uno de los pocos líderes visibles del movimiento de este año es el vocero de la Asamblea Coordinadora de Estudiantes Secundarios y Universitarios (ACEUS) Amador Sepúlveda. El pertenece a la generación de “pingüinos” 2006, que llegaron a la Universidad y continuaron con el trabajo que venían realizando los secundarios. Como representante de la antigua Zonal Norte, que reunía a los liceos de ese sector de Santiago en la Asamblea de 2006, esa revocabilidad extrema se relaciona con el comportamiento que muestren los dirigentes.

“Si hoy el vocero se arranca con los tarros, chao. Eso también se daba antes, pero en un momento se volvieron demasiado necesarios para mantener el movimiento. Nosotros somos críticos de nuestras dirigencias del 2006, es decir, el objetivo es evitar que desvirtúen el movimiento. Tratamos de hacer lo que dicen los cabros y lo que digamos los dirigentes políticamente. Las vocerías rotativas nos han jugado en contra a nivel mediático, pero la idea es tener distintas caras y no tener rostros centrales”.

El triunfo de los “inorgánicos”

Una de las características de la “revolución de los pingüinos” que más sorprendió a los adultos fue la capacidad que tuvo este grupo de adolescentes de hacer confluir en un mismo espacio distintas posturas políticas. En la Asamblea de Estudiantes Secundarios convivían desde la derecha hasta la izquierda más radicalizada, y pese a sus diferencias, lograron construir un discurso común que se resumió en la demanda de una educación de calidad para todos. Todo comenzó con peticiones económicas que afectaban al mundo secundario, como la gratuidad de la PSU, el pase y la tarifa escolar, las que pronto se transformaron en reivindicaciones que buscaban reformar las bases en las que se asentaba el sistema educacional chileno. La bandera de lucha era la derogación de la LOCE.

Pero esa imagen de fraternidad fue producto de la inteligencia política de sus dirigentes, quienes vieron que existían las condiciones para posicionar los temas que venía trabajando el mundo secundario desde inicios de la década. Uno de los líderes más recordados del movimiento de 2006, Juan Carlos Herrera, más conocido como el “Comandante Conejo”, cree que la postura de los “pingüinos” este año tiene que ver con un proceso que partió hace dos años y que hoy está decantando en un nuevo concepto de organización secundaria.

“Se ve una madurez política de las dirigencias que no tenían el 2006, porque si la hubieran tenido no habrían confluido. El que en años anteriores se haya llegado desde la ultraderecha hasta los sectores más radicales de la izquierda, se debió a una función estratégica de todos los sectores, que nos permitió levantar una coyuntura grande y acumular fuerzas, tanto a la derecha como a la izquierda. Si bien no era una política de alianza, sí era una búsqueda de generar mejores condiciones para la construcción al interior de los secundarios”.

Esa “madurez política” está expresada en la conducción ideológica que tiene hoy el movimiento estudiantil. Las fuerzas políticas que confluyeron en la Asamblea de 2006 se dividían en dos grupos bien definidos: los que seguían las estructuras tradicionales y los que las rechazaban. Luego del quiebre que provocó dentro de la asamblea secundaria la salida de César Valenzuela, que representaba a los voceros “estructurados”, fue el sector “inorgánico” el que siguió a la cabeza del movimiento. El hecho concreto que desencadenó esta ruptura fue la convocatoria a un paro social el 5 de junio de 2006, cuando los “pingüinos” incluyeron a otros sectores sociales a su lucha, entre ellos, los universitarios y profesores.

El vocero de la ACEUS, Amador Sepúlveda –que cursa primer año de Administración Pública en la USACH- vivió este proceso y afirma que allí se encuentra el sustento del conflicto de 2008. “Cuando decidimos crear ese tipo de alianzas comprendíamos que en algún momento iba a llegar la ruptura y eso tiene que ver con lógicas políticas. Me siento parte de esa seudo “ultraizquierda”, o como se le llame, y también he trabajado en colectivos. Ese trabajo lo reproduzco hoy en mi carrera, donde formamos un colectivo que fue con el que levantamos el movimiento en la universidad”.

Sepúlveda asegura que este año la radicalización del discurso y de las acciones de los estudiantes se explican por qué hay sólo un sector a la cabeza. “El movimiento 2008 es esencialmente de izquierda. Es por eso que la crisis se agudiza por el ataque a la educación de mercado o del lucro en la educación. A pesar de que tanto la prensa como el gobierno intenta desviar el tema por nuestro rechazo a la LGE, nosotros no estamos apuntando a eso, sino que a cambios en el modelo”.

La fuerza de la periferia

Esta conducción política de la izquierda “inorgánica” o no tradicional se grafica en la forma en que se organizan hoy los estudiantes. Si la estrategia de 2006 fue la creación de un referente nacional basado en la división por zonales, hoy la apuesta es darle fuerza a la periferia de Santiago a través de los llamados cordones comunales.

Existen cinco cordones comunales organizados en la Región Metropolitana: cordón Peñalolén, Providencia, Santiago Centro, Maipú y la Asamblea Sur Oriente, liderada por María Jesús Sanhueza. Esta última es reconocida como la “díscola”s, ya que no responde a la Asamblea Coordinadora Metropolitana, que es donde confluyen todas estas orgánicas menores. La organización de uno de los sectores más poblados de la capital es la que mejor representa la radicalización del movimiento, realizando acciones como la toma de la Embajada de Brasil en mayo pasado.

Pía Muñoz señala que esta forma de organización en Santiago responde a lógicas “inorgánicas” y que los grupos de izquierda que los representan son la mayoría. Aunque no está de acuerdo con el asambleísmo extremo que existe hoy entre los estudiantes, reconoce que les sirve para actuar y movilizarse en forma más rápida. “Se aprovechan del caos. Es como oh! no sabemos que hacer, entonces hagamos una asamblea para decidir. Es por una cosa de velocidad también, por tiempos políticos, lamentablemente siempre el tiempo nos juega en contra, somos muchos, estamos dispersos, nos cuesta organizarnos por cosas de territorio, nos cuesta juntarnos, entonces, la asamblea se vuelve lo más rápido y resolutivo. Pero a la larga eso se pierde, aunque en los momentos claves se vuelve algo bastante útil”.

Pero Amador Sepúlveda explica que la participación hoy se da en los espacios más pequeños como la universidad o el colegio, y que es allí donde se demuestra el descontento estudiantil. En este sentido, afirma que los grupos alejados de las orgánicas tradicionales chocan con la instituicionalidad de los distintos establecimientos, por lo que los cordones son los que lideran el movimiento. “Hoy hay miles de colectivos dentro de los colegios que no responden a sus centros de alumnos y es muy normal que se levanten asambleas en toma y que sean las que deciden, por lo tanto, en la confluencia de los cordones, que es donde está el activo político de los colectivos, es donde se corta el queque”.

Pero la dispersión es un fantasma que persigue a este movimiento de 2008. Para el ex dirigente Juan Carlos Hererra -que representó a este sector inórganico de la periferia santiagüina en la Asamblea de 2006- esto tiene que ver con que esa misma izquierda que lo conduce no está unida. “Los grupos de izquierda tienen una posición mayoritaria dentro de los estudiantes, el tema es que son variados grupos de izquierda, entonces, no hay una confluencia común y tampoco ven la necesidad de hacerlo. Excepto en algunos sectores donde está la ACEUS, que trata de conformar alguna integración”.