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¡Agua va!

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Por Karen Hermosilla


No se trata de ahogarse en un vaso de agua o comenzar a hacer relaciones entre el parecido entre los "Cara de jarro" y la Ministra Jiménez, pero es de conocimiento popular que si uno se acuesta con niños, despierta mojado.

El balde de agua fría vertido por Música Sepúlveda en el pleno rostro de esta funcionaria de alto escalafón, tiene una importancia coherente con la lucha realizada por los estudiantes desde 2006 en la tan célebre como contingente Revolución Pingüina, pues, más allá de las afrentas televisivas por haber vuelto anfibia a la titular de educación, la acción directa de esta niña vengadora hace evidencia de un proceso que ya está en curso y que hace hincapié en la disolución de las carcomidas bases sociales que imperan en el llamado Estado moderno.

Lamentablemente la construcción de la historia no es un proceso científico como creyeron los comunistas, pero tampoco es una demostración de poder como quisieron hacer creer los nazis. Está enraizada con las más básicas emociones del género humano, y una de ellas es la curiosidad. La búsqueda de los imberbes va cada vez más lejos y las alternativas, que alguna vez se creyó podían ser ofrecidas sólo por una entidad, hoy son confeccionadas por cualquier persona, sobretodo si se trata de adolescentes. Valores autárquicos en la dimensión cognitiva que han remecido los apolillados cimientos de la sociedad, devastando sus postulados y poniendo en entredicho los mitos fundacionales. La acción directa de lanzar un jarro de agua a la Ministra de Educación hace prever el momento en que se rompa el secreto que protege al poder, que no es otro que el poder no existe, y que la sociedad es una ficción construida para desplegar el desequilibrado juego del poder.

El primer atisbo de avance en el develamiento es que los púberes interactúan con nuevos códigos, en donde la jerarquía ha sido trocada por la capacidad, el conocimiento y las redes horizontales e intersubjetivas, generadas por valores afines. Los teneegers poseen una impronta que no es dada por las identidades triviales importadas. Han aprendido a consumir más temprano que los mortales de antaño y saben sistematizar la información a libre albedrío producto de la tecnología.

En efecto, han podido conocer los procesos históricos, entender la vertiginosa metamorfosis en la línea temporal, y hoy, actuar en consecuencia a un nuevo pensamiento, mucho más libre y dotado. Es por ello que las plataformas burocráticas no dan el ancho para acoger a las nuevas generaciones. Bien cierto es que "el agua que no has de beber, es mejor dejarla correr". Pero en vez de reconocer razón en este dicho, se ha instrumentalizado a los ciudadanitos para hacer de ellos un nicho comercial para los grandes carteles transnacionales.

La abolición del tótem autoritario hará estragos en la concepción de "sociedad". Un amplio margen de maniobra para las diversas actividades y el verdadero desarrollo de los seres humanos harán olvidar la triste imagen de un rebaño o ganado ciudadano ofrendado a la Res-pública. Se romperán filas en la línea de producción del hormiguero, y el siempre mal entendido y nunca bien ponderado caos, posibilitará el azar cósmico y las circunstancias humanas que han definido las historias de vida y los planteamientos culturales desde siempre, a pesar de ser frenados y direccionados por la macroestructura.

Sin embargo, este pitoniso deseo no se transformará en realidad si aún se concibe al Estado como una plataforma surtidora de beneficios, y no como lo que es: una factoría policíaco-empresarial asociada con privados, que utiliza a los ciudadanos como mano de obra asegurando un electorado fiel, y que como acciones de la bolsa sirven para especular a costa de sus necesidades básicas. ¿Entiende ahora al "capital humano" que tanto se pelean los partidos, sus mecenas y sus consiguientes candidatos? Un buen ejercicio es el que ha realizado la niña Música, pero usted en la casa, sin alejarse de su telenovela favorita y sin renunciar a su empleo a honorarios en una plaza de trabajo estatal, piense cuales son los beneficios de ser "chileno" o "chilena". Seguramente le darán ganas no sólo de manguerear a Bachelet, sino que de tirar al río los tres poderes del Estado y la constitución pinochetista que "hace aguas" por ambos flancos. Estamos claros: tanto va el cántaro al agua, que al fin se rompe.