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El contexto político de la LGE

El Mostrador.cl

La votación lograda ayer por el gobierno de 96 votos a favor, 12 en contra y 7 abstenciones para la idea de legislar la Ley General de Educación (LGE) y la aprobación de las indicaciones en la Cámara de Diputados, se leyó como un triunfo en el círculo del ministro José Antonio Viera-Gallo, pero muchos parlamentarios y miembros de gobierno hablan del quiebre y las lesiones que dejó en el Congreso y en su propio partido. Difícil panorama para un ministro que basa su trabajo en la gestión y articulación de acuerdos políticos.

La aprobación que logró el gobierno en el Parlamento para la idea de legislar la Ley General de Educación y luego las indicaciones consensuadas con la oposición, en términos de gestión política, se leen como un triunfo del ministro Secretario General de la Presidencia, José Antonio Viera-Gallo. Sin embargo, altas fuentes de su partido, el PS, hablan de un profundo quiebre. “Lo que ocurrió en la Cámara claramente dañó la interlocución del ministro Viera Gallo con la Concertación y particularmente con la bancada del Partido Socialista”. La misma fuente agrega que “él privilegió ostensiblemente negociar con la derecha y, aunque el proyecto lo necesite, Viera-Gallo sabía muy bien que esa no era la centralidad adecuada para esta discusión”.

El senador PS, Ricardo Núñez, afirma que existen muchos que “esperan que en el Senado exista la oportunidad de discutir este proyecto sin la presión con la que se ha trabajado en estos días”. A pesar de las esperanzas de Núñez, asegura que en caso de que no se logre mejorar el proyecto, según la sensibilidad de las ideas de la coalición sobre estos temas, cada uno tendrá que asumir las responsabilidades del caso. ¿El Ministro Viera-Gallo en este caso? “Cada uno deberá asumir esas responsabilidades frente al país”.

El memorial de Viera-Gallo

Las huellas de Viera-Gallo en algunos proyectos de ley tramitados en el Congreso no las olvidan en el Congreso. Un miembro del PS aún recuerda el “bochorno político” del ministro de la Segpres cuando negoció con la Alianza para consensuar el proyecto de ley que creaba el Instituto de Derechos Humanos. En ese momento se habló en el PS, según la fuente, de “impericia política” y falta de sensibilidad con un mundo claramente identificado con el partido y con la propia historia de la Presidenta. “Lo insólito fue cuando nos enteramos que se había reunido con la derecha y nunca con la agrupación de familiares de Detenidos Desaparecidos”, comenta.

El diputado Sergio Aguiló, respecto del acuerdo de LGE, afirma que “no puede ser que el ministro Viera-Gallo entienda que con la derecha tiene que negociar y que los parlamentarios de su gobierno deben votar sólo por lealtad y por una política del temor, de hacer creer que no seremos nunca más invitados a un acto oficial del gobierno, de que algunos pierdan privilegios o simplemente queden al margen de la Concertación”.

Un parlamentario DC que votó a favor del proyecto acusa que “Viera-Gallo sufre de incontinencia de negociación con la derecha”. Diversas fuentes de la DC atribuyen también a Viera-Gallo el desastre vivido por la tienda falangista con la destitución de la ex ministra Yasna Provoste. “Desde el conteo de votos entre los diputados, hasta pensar que se podría lograr revertir un hecho político generado por los mismos que propiciaron el acuerdo de educación”.

El diputado Eduardo Saffirio afirma que “Viera-Gallo es un ministro que ejecuta órdenes de un grupo de personeros de la Concertación que le temen a la derecha y a enfrentarse con ellos. No le daría tanta importancia a este asunto, el problema de la Concertación es mucho más general, una Concertación que hoy en día está llena de arribismos y de temores”.

Molestia en el PS

Cercanos al senador y presidente del PS, Camilo Escalona, aseguran que él respaldó el proyecto por una convicción política que nace de su apoyo a la Presidenta Bachelet, pero no porque crea que es positivo para el país.

En el PS la situación ha generado divisiones, no sólo por el modo en que se negoció, sino porque creen que “había que legislar y discutir, sin caer en el populismo, con la misma sensibilidad de la imagen de los pingüinos en la calle. Acogiendo las preocupaciones de ellos, de los profesores y escuchando, no infundiendo temor”.

Un senador socialista asegura que “nunca quise participar de las reuniones con la derecha en este tema, porque sabemos desde hace muchos años lo que la derecha piensa y cree de la educación. No se puede negociar con quienes son los dueños de la educación en el país. A diferencia del episodio de la ex ministra de Educación, esto no sólo es un error de cálculo político sino que de sensibilidad que el ministro Viera Gallo no entiende. Más allá de los votos, hablamos de olfato”.

Una alta fuente de gobierno asegura que la escena vivida en estos días forzará “en el Senado una discusión muy árida, llena de recriminaciones. Aquí nadie busca culpas, porque no es la forma en que uno debe analizar la política, pero lo que ocurrió en la Cámara debe ser una lección de gestión para los ministros políticos”.