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Chile, contra la educación privada

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Es un listado de exigencias de alumnos y profesores que desde hace tres meses se vienen promoviendo en el país, en concertaciones fallidas con el gobierno que de a poco han ido calentando el ambiente entre los sectores.

Sólo un mes después de que las reivindicaciones comenzaran a sonar a través de los diferentes medios de comunicación y las redes sociales, el profesorado vinculado a las instituciones de educación pública se entraron en una huelga que hoy se mantiene. Del paro a las marchas y de las marchas a los enfrentamientos con la policía, los roces entre el bando de los maestros, los alumnos y la ciudadanía, y el de la Fuerza Pública se encuentran en su punto de mayor tensión desde hace seis días, cuando las calles y las plazas de las diferentes ciudades del país fueron invadidas por insatisfechos que se envolvían en riñas esporádicas con la autoridad.

El episodio más grave hasta ahora se presentó el martes en Santiago de Chile. Cerca de 100.000 personas se congregaron en el centro de la capital para exigir acción al presidente Sebastián Piñera. De nuevo la tensión llevó a los golpes y al final de la jornada resultaron 396 personas detenidas y 55 carabineros heridos.

¿Por qué protestan?

El actual sistema educativo de Chile fue impuesto durante la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), un esquema que abría las puertas a la privatización y reducía los recursos que tradicionalmente le habían sido otorgados a este campo por parte del Estado. La continuidad del modelo ha llevado a que en este momento cerca del 60% de las instituciones educativas pertenezcan a capitales privados, un factor que ha contribuido al alza de los precios en las matrículas durante las dos últimas décadas.

Hoy, en promedio, el costo de un pregrado para un estudiante chileno es de alrededor US$56.000, un precio que a pesar de lo boyante de la economía chilena tiene en aprietos a la clase media del país que debe recurrir a créditos para financiarse.

Las exigencias  de maestros y alumnos básicamente pretenden que el Estado retome el control de la educación y subsidie la educación de los jóvenes. Para este pedido, la reticencia del actual gobierno del país ha sido notable, exigiendo programas de ayuda que están lejos de satisfacer a los manifestantes. Todavía, sin un acuerdo a la vista, las protestas parecen convertirse en una rutina cotidiana.