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Movimiento estudiantil gana poder y pierde fuerza acuerdo cupular gobierno-oposición

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por ALEJANDRA CARMONA 

El lunes, antes de la medianoche, el Ejecutivo debe responder al Acuerdo Social por la Educación propuesto por estudiantes y profesores. Sin embargo, ya se sentaron todos a la mesa con el ministro Felipe Bulnes. Es un primer acercamiento, que releva la figura del secretario de Estado en la negociación y consolida el éxito del movimiento social.

La jornada de ayer comenzó con un portazo. Los presidentes de los partidos de la Concertación no asistieron a una reunión que habían programado con el Presidente Sebastián Piñera para conversar acerca de las demandas estudiantiles que ya mantienen a universitarios y secundarios movilizados hace más de dos meses.

La decisión de los timoneles opositores se tomó la mañana de ayer después de reunirse con dirigentes de la Confederación de Estudiantes de Chile (Confech),  representantes de los escolares y del Magisterio  en la sede del Senado. Una cita trunca que minutos después sería explicada por los timoneles.

La opción despertó apoyo y también críticas –y no sólo desde el oficialismo–. A nadie le cabe duda que fue un plantón histórico. Pero también se convirtió en un síntoma de la fuerza que ha tomado el movimiento estudiantil en las últimas semanas y que debido a la decisión de los partidos de la Concertación, puso aún más de manifiesto que los actores movilizados le doblaron la mano al Gobierno y lograron ser escuchados en bloque, incluso ignorando la propia propuesta del Gobierno, GANE (Gran Acuerdo Nacional por la Educación).

“Es necesario que el Gobierno reciba y dialogue con los actores sociales, con la Confech, con el Colegio de Profesores, con los estudiantes secundarios, y los reciba conjuntamente como parte de ese diálogo social y político al cual queremos contribuir, justamente para crear ese espacio institucional y para esa tarea estamos disponibles”, dijo el presidente de la DC Ignacio Walker, quien también advirtió que la Concertación estaría disponible sólo después de esa cita.

Sin embargo, la posibilidad de reunirse con todos los actores era algo que ya había deslizado en la mañana el ministro de Educación, Felipe Bulnes, en Radio ADN.

“El ministro Lavín apostó por trasladar las marchas a Valparaíso y la discusión al Congreso”, comparó el presidente de la comisión de Educación del Senado, Jaime Quintana, sin embargo, destacó que el movimiento volviera a su eje: “La agenda que se está discutiendo ha sido propuesta desde la calle, no nos debe extrañar que pase esto”.

En el encuentro, el bloque movilizado entregó al secretario de Estado el Acuerdo Social por la Educación; un documento que será respondido el próximo lunes por Bulnes, quien no sólo se midió a la hora de hacer balances triunfalistas para el Gobierno, sino que también logró que por primera vez la contraparte hablara de un acercamiento.
MOVIMIENTO SOCIAL
A pesar del gesto de la Concertación, un analista político explica que esto no significa ningún rédito para el bloque opositor, porque tendrían que hacer cientos de gestos como éste para ser un referente para este mundo. “El movimiento no responde ni es funcional a las estrategias de la oposición. Han mostrado autonomía respecto a ellos, incluso del Partido Comunista. Con los rectores hay una relación más vinculante, pero no con la clase política. La Concertación tiene que hacer muchos esfuerzos aún para satisfacer a los sectores sociales”, señala.

Juan González, investigador del Observatorio Chileno de Políticas Educativas (OPECH), cree que desde el punto de vista mediático se puede ver cómo los estudiantes retomaron la iniciativa política y la capacidad de hablarle a la ciudadanía. “Desde un inicio el Gobierno y la clase política se han visto desconcertados frente a las acciones de un movimiento que no legitima las estrechas normas de la democracia representativa. Hoy el movimiento social ha proscrito la legitimidad de los partidos para negociar sin los actores, cuestiona la lógica de un gobierno que ‘escucha’, pero no  acata la voluntad popular”, señala González, quien además cree que los estudiantes han logrado un avance estratégico: la ciudadanía movilizada es el único interlocutor válido.

González también asegura que la “derecha” no ha podido aceptar que el movimiento social la tensiona y que la impulsa a hacer cambios en su proyecto. “Sin embargo, como consecuencia de la creciente movilización social”, su proyecto educativo sólo ha quedado como un anuncio y finalmente tuvo que sacar a Lavín, “claramente vinculado al negocio de la educación”.

Otra mirada tiene el cientista político Sergio Micco, quien cree que de igual forma el movimiento debe mirar hacia aquel mundo del que se siente tan ajeno. “La dificultad que tiene el movimiento social es que debe orientarse al sistema político para lograr cambios institucionales. Si los logra, y para eso es imprescindible el Congreso Nacional, terminará victorioso. Pero eso supone un costo alto: ‘meterse con los señores políticos’. Si eso lo asume y lo hace bien, ganarán en el mediano plazo”.

LA MANO DE BULNES
Generalmente, después de jornadas de negociaciones, quien salía a dar la cara por el Gobierno era el subsecretario de Educación, Fernando Rojas. Sin embargo, ayer, fue el ministro Bulnes quien salió a responder a los medios de comunicación luego de reunirse por dos horas con estudiantes y profesores.

En el encuentro, el bloque movilizado entregó al secretario de Estado el Acuerdo Social por la Educación; un documento que será respondido el próximo lunes por Bulnes, quien no sólo se midió a la hora de hacer balances triunfalistas para el Gobierno, sino que también logró que por primera vez la contraparte hablara de un acercamiento.

Camila Vallejo, una de las voceras de la Confech, señaló que existió “una disposición de mayor apertura y mucha claridad respecto a la transparencia que se quiere adoptar en esto…  por tanto eso lo valoramos. Pero todavía necesitamos la respuesta y no nos podemos adelantar a eso. Esperamos al lunes a que haya un pronunciamiento claro”.

Uno de los grupos más olvidados por el Gobierno, a pesar de la radicalización de su posición llevadas al extremo con huelgas de hambre, han sido los secundarios. Sin embargo, después de la cita, también manifestaron su satisfacción por el encuentro. Roberto Toledo, uno de los voceros del movimiento, señaló que “es un primer acercamiento de este movimiento social y también lo tomamos como una victoria” y defendió las huelgas apuntando a la administración de Joaquín Lavín: “Lamentablemente ocurrió eso porque el ministerio anteriormente fue intransigente, no quiso hablar con nosotros”.

El ministro Bulnes se comprometió a entregar una respuesta el próximo lunes y dijo que “ellos también tienen el derecho a saber dónde están los puntos de acuerdo, los de divergencia y, sobre todo, actuar con generosidad de todos los sectores para decir cómo trabajamos sobre las diferencias y sobre aquellos puntos en que hay una elaboración que finalmente nos puede permitir encontrar acuerdos donde, inicialmente, no pareciera que estuvieran disponibles”.